Cuando mamá y papá discuten y se separan sucede algo muy triste. Nos sentimos heridos y aplastados, como si una montaña se nos cayera encima(el Papa ha utilizado esta imagen). A menudo nos escondemos y lloramos a solas y no sirven para nada los muchos regalos que nos hacen, como para pedirnos perdón por el mal que nos han hecho o para atraernos hacia un lado u otro.
El Papa Francisco, ante esta terrible situación, que tal vez tú también estás viviendo, o seguramente alguno de tus amigos, dijo dos cosas muy claras: invitó a los padres a que pensaran bien en las consecuencias de sus decisiones que recaen principalmente sobre vosotros, los pequeños; luego pidió a toda la Iglesia, a todas las parroquias y familias cristianas, que fueran muy atentas y acogedoras con los que viven esta gran tragedia. Podemos contar con muchos amigos que no nos dejarán solos.
En la familia, todo está unido entre sí:
cuando su alma está herida en algún punto, la infección contagia a todos.
«La Iglesia está llamada a ser siempre la casa abierta del Padre» ¡Nada de puertas cerradas! ¡Nada de puertas cerradas!