Mira a mamá y a papá: dedican mucho tiempo y energía al trabajo, en la oficina y en casa, en las fábricas o en los campos. No lo hacen sólo para mantener a toda la familia. Trabajan duro e intensamente, porque son personas honestas y serias que se interesan por el bien de todos. Si solo se piensa en el dinero se estropea todo, incluso el trabajo se vuelve un esfuerzo insoportable.
El Papa Francisco está muy preocupado por los que no tienen trabajo: pueden perder su dignidad y no vivir en armonía con Dios, con su familia y con todo el mundo. Cuando falta el trabajo o se hace sólo por dinero, se rompe la alianza entre Dios y los hombres, la solidaridad entre las personas, el cuidado de la naturaleza. Todo está contaminado: ¡los ríos y los corazones!
Me entristece cuando veo que hay gente sin trabajo, que no encuentra trabajo y no tiene la dignidad de llevar el pan a casa.
El trabajo es sagrado, el trabajo da dignidad a una familia. Tenemos que rezar para que no falte el trabajo en una familia.
La belleza de la tierra y la dignidad del trabajo fueron hechas para estar unidas. Ambas van juntas: la tierra llega a ser hermosa cuando el hombre la trabaja.