La oración, dice el Papa Francisco, es algo que viene del corazón, es un signo de que amamos a Dios. Es la manera de decirle que lo amamos, que nos gustan sus caricias sin las cuales no podríamos vivir, que lo tenemos cerca en cada situación, que su amor nos protege.
Cuando mamá y papá os han enseñado desde pequeños a dar un beso a Jesús o a la Virgen María o a hacer la señal de la cruz, han abierto vuestro corazón al Espíritu Santo que nos hace orar llamando a Dios "¡Papá!". Por esta razón, el Papa ha recomendado que todas las familias encuentren un momento de oración en común: no quita tiempo a las muchas cosas que hay que hacer, y nos da paz y alegría, porque acogemos a Jesús entre nosotros y a través de Él le confiamos al Padre toda nuestra vida.
Él piensa en nosotros y, sobre todo, nos ama. ’No es impresionante esto?
’No es impresionante que Dios nos acaricie con amor de padre? ¡Es tan bonito!
La oración brota de la escucha de Jesús, de la lectura del Evangelio. No os olvidéis de leer todos los días un pasaje del Evangelio. ’Tenemos el Evangelio en casa? El Evangelio leído y meditado en familia es como un pan bueno que nutre el corazón de todos.