El Papa Francisco volvió a hablar de la figura del padre, en la catequesis de esta mañana. Como lo había prometido la semana pasada, cuando advirtió sobre el peligro de los padres ausentes, en esta ocasión se centró en los aspectos positivos de ser padres.
El padre, subrayó el Papa: "no dice:" Estoy orgulloso de ti porque eres igual que yo, porque repites las cosas que yo digo y hago. No, le dice algo mucho más importante: ‘Seré feliz cada vez que te vea actuar con sabiduría, y me conmoveré cada vez que te escuche hablar con rectitud. Esto es lo que quería darte, algo que podría convertirse en una cosa tuya: la capacidad de escuchar y actuar, hablar y juzgar con sabiduría y justicia. Y para que pudieses ser así, yo te he enseñado cosas que no sabías, he corregido los errores que tú no veías". "Te he hecho sentir un profundo y al mismo tiempo discreto afecto, que tal vez no has podido ver plenamente cuando eras joven e inseguro", continuó el Papa Francisco: "Te he dado un testimonio de rigor y firmeza que tal vez no entendiste, cuando hubieras querido solamente complicidad y protección. Yo mismo, en primer lugar, tuve que iniciarme en la sabiduría del corazón, y estar atento a los excesos del sentimiento y del resentimiento, para poder de esta manera llevar el peso de las inevitables incomprensiones y encontrar las palabras adecuadas para hacerme entender. Ahora, cuando veo que tratas de ser también así con tus hijos, y con todos, me conmuevo".
"Estoy feliz de ser tu padre", "es lo que dice un padre sabio, un padre maduro", continuó el Papa. "Padre ¡siempre presente!", exclamó el Papa Francisco, inmediatamente después recibió los aplausos de los fieles y explicó que "la primera necesidad es la siguiente: que el padre esté presente en la familia. Cerca de su esposa, para compartir todo, alegrías y tristezas, fatigas y esperanzas. Y que esté cerca de los hijos durante su crecimiento: cuando juegan y cuando están en sus ocupaciones, cuando están despreocupados y cuando están angustiados, cuando hablan y cuando son taciturnos, cuando se atreven, y cuando tienen miedo, cuando hacen un paso en falso y cuando encuentran el camino". "Decir esto - especificó el Papa Francisco - no es lo mismo que ser 'controladores’: los padres demasiados ‘controladores' anulan a los hijos, no los dejan crecer." "Un padre - continuó el Papa - sabe cuánto cuesta transmitir este legado: cuesta la proximidad, la dulzura y la firmeza. Pero, ¡cuánto consuelo y recompensa se recibe, cuando los hijos hacen honor a esta herencia! Es una alegría que hace que el trabajo valga la pena, alegría que sobrepasa toda incomprensión y cura todas las heridas ". "Los padres tienen que ser pacientes", concluyó el Papa: "Muchas veces no hay nada más que hacer, solo esperar, con paciencia, dulzura, magnanimidad y misericordia."