"La familia, en un mundo donde se toman opciones solamente de manera temporal, es el lugar de relaciones intensas que afectan profundamente, para bien o para mal, a la vida de los individuos. Además, en la familia, se pierde la connotación de inestabilidad, como es ahora el caso en la mayoría de los contextos sociales, no sólo en los ámbitos digitales: basta con cambiar de canal, de amistades, de partido .... " Con estas palabras, el 28 de febrero, en su discurso durante la ceremonia de apertura del año judicial del Tribunal Eclesiástico Regional de Puglia, Bari, el presidente del Consejo Pontificio para la Familia, monseñor Vincenzo Paglia, hizo hincapié en uno de los aspectos más positivos y connaturales de la familia. La familia, al poseer la característica de unir intensamente, puede encontrar una manera de afrontar con éxito los retos que plantea la modernidad.
Su discurso, titulado "La necesidad de la familia en un mundo cambiante", se centró en el análisis de los problemas y heridas que hoy marcan profundamente la cédula fundamental de la sociedad, considerada como el corazón del desarrollo humano. Para no detener este motor Monseñor Paglia pidió una renovada alianza entre la Iglesia y la familia, entre familia y familia. Básicamente se trata de promover “una nueva primavera de las familias cristianas, tanto de las que gozan de buena salud, como de las que están enfermas a causa de las heridas y que pueden ser ayudadas a salir gozosamente de la cárcel en la que se encuentran, y así poder, si se me permite decirlo, restablecerse en “estado de misión", y esta es la actitud para poder compartir familiarmente los bienes, bajo el signo de la fe. El vínculo de las familias con la comunidad eclesial - aunque sea demasiado frágil como ya dije - es crucial. Hoy en día en la fragmentación del ser humano, se da un nuevo impulso a la dimensión eclesial. Sólo las comunidades y familias vivas y vitales preservan este "gran misterio", respecto a "Cristo y la Iglesia", mencionada por el Apóstol Pablo (Ef 5, 32). El horizonte se amplía: necesitamos una nueva pastoral familiar, o mejor aún, "que toda la vida de la Iglesia reciba su inspiración de la familia", para que sea cada vez más "Familia de Dios" y fermento que ayuda a la humanidad a ser una “familia de pueblos ".
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