La vejez tiene "una gracia y una misión", y posee uno de los testimonios que más necesitan los jóvenes en esta época de la vida: la "fidelidad". Fueron las palabras del Papa Francisco, esta mañana en la Plaza de San Pedro, en la audiencia general dedicada a los abuelos y a su papel en la familia, completando así la catequesis que comenzó la semana pasada.
"Es importante subrayar una primera cosa: es verdad que la sociedad tiende a descartarnos, pero ciertamente el Señor no lo hace"- aseguró el Papa - " El Señor no nos descarta jamás. Él nos llama a seguirlo en cada edad de la vida y también la ancianidad contiene una gracia y una misión, una verdadera vocación del Señor. La ancianidad es una vocación".
Si este período de la vida "es diverso de los precedentes", según el Papa, "debemos también “inventárnoslo” un poco, porque nuestras sociedades no están listas, espiritualmente y moralmente, para darle a éste, en este momento, su pleno valor. Una vez, en efecto, no era tan normal tener tiempo a disposición, hoy lo es mucho más. Y también la espiritualidad cristiana ha sido tomada un poco de sorpresa, y se trata de delinear una espiritualidad de las personas ancianas. ¡Pero gracias a Dios, no faltan los testimonios de santos y santas ancianos!"
El Papa Francisco hizo referencia a la "Jornada de los ancianos", que se celebró el año pasado en la plaza de San Pedro: "escuché historias de ancianos que se entregan por los otros. Y también historias de parejas, de matrimonios, que vienen y dicen: “pero hoy cumplimos 50 años de matrimonio”, “hoy cumplimos 60 años de matrimonio”…yo digo, pero: ¡háganlo ver a los jóvenes que se cansan rápido! El testimonio de los ancianos en la fidelidad".
"Los abuelos y abuelas - añadió el Papa - forman el “coro” permanente de un gran santuario espiritual, donde la oración de súplica y el cántico de alabanza sostienen la comunidad que trabaja y lucha en el campo de la vida”. ¡Qué feo es el cinismo de un anciano que ha perdido el sentido de su testimonio, desprecia a los jóvenes y no comunica una sabiduría de vida! ¡En cambio qué bello es el aliento que el anciano logra transmitir al joven en busca del sentido de la fe y de la vida! Es verdaderamente la misión de los abuelos, la vocación de los ancianos. Las palabras de los abuelos tienen algo de especial para los jóvenes. Y ellos lo saben. Las palabras que mi abuela me dio por escrito el día de mi ordenación sacerdotal, las llevo todavía conmigo, siempre en el breviario, y las leo a menudo, y me hacen bien".
"¡Cuánto quisiera una Iglesia que desafía la cultura del descarte con la alegría desbordante de un nuevo abrazo entre los jóvenes y los ancianos! Y esto es lo que hoy le pido al Señor: ¡este abrazo!".