Después de haber reflexionado en las últimas semanas sobre los momentos de fiesta y trabajo vividos en familia, en la audiencia general del miércoles 26 de agosto, en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco habló del tiempo de oración. "El don del Espíritu - dijo – se aprende a pedirlo y a apreciarlo en la familia. Cuando esto sucede, el tiempo de toda la vida familiar queda envuelto en el seno del amor de Dios, y busca espontáneamente el tiempo de la oración".
"El tiempo de la familia, lo sabemos muy bien - continuó - es un tiempo complicado y alocado, ocupado y preocupado. Es siempre poco, nunca es suficiente. El que tiene familia aprende rápido a resolver una ecuación que ni siquiera los grandes matemáticos saben resolver: ¡las veinticuatro horas hay que multiplicarlas por dos! ¡Hay papás y mamás que podrían ganar el premio Nobel por esto! ¡No sé cómo hacen pero se mueven y lo consiguen! ¡Hay mucho trabajo en la familia!".
Seguidamente el Papa Francisco insistió en la importancia de la oración en familia: "El Evangelio leído y meditado en familia es como el buen pan que alimenta el corazón de todos. [...] Hay algo que me preocupa mucho y que he visto en las ciudades: ¡hay niños que no han aprendido a hacer la señal de la Cruz! Pero tú, mamá, papá, enseña al niño a rezar, a hacer la señal de la cruz, y ésta es ¡una hermosa tarea de las mamás y de los papás! En la oración de la familia, en sus momentos fuertes y en sus momentos difíciles, confiémonos los unos a los otros, para que el amor de Dios – concluyó - nos guarde".
