El Parque dedicado a Benjamin Franklin, el sábado, 26 de septiembre se llenó con más de ochocientas mil personas que esperaban la llegada del Papa Francisco a la ciudad de Filadelfia para la visita papal que puso fin al Encuentro Mundial de las Familias.
Varios artistas amenizaron la tarde mientras las familias a lo largo de la avenida estaban esperando al Papa: niños, abuelos, jóvenes de diferentes edades, algunos incluso sentados en los árboles más bajos, otros en el camino, las mamás con sus bebés en sus brazos que aunque sonrientes se debían preguntar qué estaban haciendo allí, en medio de toda esa gente de color verde, color de la camiseta del Encuentro Mundial.
A las 19.00 horas con la llegada del Santo Padre comenzó la fiesta de las familias. El actor estadounidense Mark Wahlberg fue el presentador de la fiesta en la que se intercalaron momentos de testimonios, momentos de música; también hubo un momento en el que cantaron, entre otros, Andrea Bocelli y Aretha Franklin. Además se pudo escuchar a la Orquesta de Filadelfia, fundada en 1900 por Fritz Scheel y que ahora cuenta con más de un centenar de instrumentos.
Una vez más fueron las familias las que tocaron los corazones de los presentes, contando sus seis historias en presencia del Papa Francisco: una joven pareja de novios australianos que se casará a finales de este año, dio su testimonio sobre cómo la elección de la castidad prematrimonial ha sido para ellos una gracia, y cómo el rezo del rosario los ha ayudado a lo largo del camino del noviazgo.
Seguidamente dio su testimonio una familia de Nueva York con doce hijos, un matrimonio que celebra este año su sesenta aniversario de bodas, y una pareja de Nigeria que contó que el sufrimiento por haber perdido a un hijo les había acercado a Cristo y a la comunidad cristiana. Para no olvidar todos los lugares del mundo en los que se está viviendo la guerra y la persecución, durante el festival también habló una familia de Jordania que recordó a las familias presentes lo difíciles que eran sus vidas, pero también lo unidos que están en el amor de Cristo por el que realmente "han renunciado a todo, salvo a la fe".
Una mujer ucraniana acompañada de sus hijos - uno de los cuales sufre parálisis cerebral – contó que incluso después de haber sido abandonada por su marido, no dejó de confiar en Dios y que había sentido siempre su presencia en la oración, sabiendo que Él siempre tiene para sus hijos "un plan establecido". Incluso la enfermedad del hijo ha sido para la mujer un signo de que Dios le ha dado alegría y bendiciones a pesar de todas las pruebas vividas.
Para concluir la celebración, el Papa subrayó que la familia tiene en su poder la "carta de ciudadanía divina" para que en su seno crezca "cada vez más la verdad, el amor y la belleza". Él volvió a llamar la atención a los jóvenes y abuelos, dos identidades de la familia a las que hay que prestar una atención especial: "Los niños y los jóvenes son el futuro - dijo - son la fuerza, los que llevan adelante. Son aquellos en los que ponemos esperanza. Los abuelos son la memoria de la familia. Son los que nos dieron la fe, nos transmitieron la fe. Cuidar a los abuelos y cuidar a los niños es la muestra de amor –no sé si más grande, pero yo diría– más promisoria de la familia, porque promete el futuro. Un pueblo que no saber cuidar a los niños y un pueblo que no sabe cuidar a los abuelos, es un pueblo sin futuro, porque no tiene la fuerza y no tiene la memoria que lo lleve adelante".