De la intervención de Mons. Romulo G. VALLES, Arzobispo de Davao (FILIPINAS)
El Instrumentum Laboris (nº 80) menciona la hermosa experiencia de la formación y el desarrollo de las comunidades eclesiales de base en parroquias, y cómo esto transformó dichas parroquias en comunidades de fe animadas y joviales. Nuestra experiencia en Filipinas ¯y tengo experiencia de primera mano de ello en la región y en la isla de Mindanao¯ confirma este hecho. Las llamamos comunidades eclesiales de base. La fe cristiana recibe más sostén y alimento, se profundiza, está más protegida cuando tanto personas como familias la viven y la practican en el seno de estas comunidades eclesiales de base. En estas comunidades, el testimonio y la profesión de la fe, al igual que el catecismo necesario acerca de nuestra fe, se experimentan de modo más intenso.
De la intervención de P. Heinrich WALTER, Superior General de los Padres de Schönstatt (ALEMANIA)
Si pensamos a largo plazo, entonces la iglesia en el mundo occidental no tiene futuro sin una renovación de la familia. Quienes tienen hijos tienen futuro. Los padres con muchos hijos resultan en las estadísticas como las personas más felices de la sociedad. El matrimonio y la familia deben ser reconocidos hoy como una vocación. Es aquí donde se produce la evangelización. Los creyentes siguen el camino del seguimiento de Cristo, yendo contracorriente respecto a la sociedad. Por este motivo necesitan recibir todo el apoyo posible en la preparación al matrimonio. El Sacramento del Matrimonio es muy valioso. El fracaso del matrimonio muchas veces tiene unas consecuencias trágicas. Debemos preguntarnos de manera más clara cuáles son las condiciones en las que se realiza el Sacramento del Matrimonio. Aquí es necesario hacer una correcta distinción por el bien de la familia. La familia sigue siendo la base para el aprendizaje de la fe. La familia entiende su casa como casa de Dios. Los hijos recorren con los padres un largo camino en el aprendizaje de la fe. La vitalidad de una comunidad está unida a estos hogares cristianos. Las familias no son sólo un lugar privilegiado de evangelización, sino que, en cuanto laicas, también son agentes de la evangelización. En Sudamérica he conocido el proyecto de las misiones familiares. Algunas familias se reúnen y, durante las vacaciones, se van una semana a una comunidad. Aquí viven en unas condiciones muy sencillas y, como familia, van de casa en casa para dar testimonio de su fe. Así se evangelizan pueblos y barrios de ciudades. Es un signo de esperanza ver a estas familias que testimonian en público su vocación.
De la intervención de Mons. José Domingo ULLOA MENDIETA, O.S.A., Arzobispo de Panamá (PANAMÁ)
Jesús encargó a sus discípulos que fueran testigos suyos en Jerusalén, en Galilea y hasta en el último confín de la tierra. Y era precisamente el testimonio de amor lo que más arrancaba la admiración de los paganos. El testimonio de amor cristiano sigue teniendo fuerza evangelizadora hoy, por lo que el Beato Papa Juan Pablo II afirmaba: La futura evangelización depende en gran parte de la Iglesia doméstica.(F.C.52). Pero para que nuestras familias reflejen ese rostro de Iglesia Doméstica, necesitan ser verdaderas comunidades de amor y de vida, de fe y salvación. Y eso será posible en la medida en que se fortalezca el núcleo familiar en la sacramentalidad del matrimonio. Pero para lograr esto debemos desarrollar y fortalecer una pastoral de acompañamiento a los matrimonios y a las familias. Debemos dedicar más tiempo y mejores recursos a la preparación para el Sacramento del Matrimonio. Estamos esperando con mucho interés el Vademecum que ha venido preparando el Pontificio Consejo para la Familia, seguros de que va a contribuir a la mejor calidad humana y cristiana de nuestros matrimonios. Debemos prestar mayor dedicación pastoral a los matrimonios sacramentales ya celebrados mediante programas de acompañamiento, para que se fortalezcan y se preparen al cumplimiento de sus tareas al interior de la familia, de la Iglesia y de la sociedad. La catequesis de adultos está requiriendo más atención de parte de toda la Iglesia. Sin descuidar las familias en situación irregular, que constituyen otra inquietud en la pastoral de la Iglesia. A pesar de esta constante preocupación, la pastoral de las familias en situación irregular (divorciados vueltos a casar) no parece encontrar respuestas adecuadas al problema, y es con frecuencia fuente de evidente insatisfacción para los fieles que viven esta situación y se sienten incomprendidos, juzgados, condenados y excluidos, a pesar de seguir creyendo en la misericordia del Padre Dios y de que deseen vivir en el seno de la Madre Iglesia.