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La vocación a la santidad
El Secretario de nuestro Dicasterio, mons. Jean Laffitte, en Austria con las familias cristianas

El Secretario del Pontificio Consejo para la Familia, mons. Jean Laffitte, ha participado en el encuentro nacional de las familias cristianas en Austria, en Poellau (al sur de Viena), el domingo 21 de julio, con una conferencia sobre el tema: "Familia, ¡sé lo que eres!. Testigo de esperanza". Mons. Laffitte ha presidido la Celebración Eucarística, pronunciando la homilía.
 
En su intervención, ante centenares de familias, mons. Laffitte ha trazado un panorama sobre la concepción actual del amor conyugal y de la familia, caracterizado por el predominio de los valores materiales. Esto favorece «un oscurecimiento de los valores esenciales de la familia»: «La complementariedad mutua de los dos es relativizada, los vínculos fundamentales en el matrimonio y en la familia son debilitados y la sexualidad pierde su riqueza simbólica además de su dimensión unitiva y procreativa de la unión concyugal».
 En su exposición, el Secretario ha ilustrado el pensamiento del beato Juan Pablo II, para el cual no está completa una familia sin el fundamento de la verdad del amor conyugal. El Papa Wojtyla ha subrayado la importancia de la interioridad del hombre y de la mujer, en la medida en que el corazón permite respetar íntegramente la verdad del amor en la pareja. Después de haber recorrido los temas fundamentales del beato Papa polaco, mons. Jean Laffitte ha recordado la importante contribución al magisterio sobre el amor conyugal y la familia de su sucesor, Benedicto XVI, en particular con referencia al primer capítulo de la Encíclica "Deus Caristas est" y de la exhortación apostólica "Sacramentum Caritatis".
En definitiva, mons. Laffitte ha recordado «la vocación de cada bautizado a la santidad» y de cada familia a ser una familia santa, y es este el sentido de la expresión que cierra la Encíclica "Familaris Consortio": "Familia, ¡sé lo que eres!".
 
«La vida de la familia no es un río tranquilo, sino que incluye dolores, inquietudes, fatigas», ha dicho mons. Laffitte en la homilía. «Con frecuencia, las muchas ocupaciones cotidianas absorben todo el tiempo disponible para el recogimiento, la oración, el silencio». Pero «la alegría más grande es por la tarde, para nosotros y para todos los niños, después de una jornada pasada en compañía de Jesús», que es la única alternativa y esperanza de paz auténtica y profunda, en las agitaciones del mundo.
 
 
 
 
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