“La familia en África no está muerta. Está viva y aun vivirá mejor en el futuro gracias a todos aquellos que la harán aun más estable. Nuestros obispos llevarán esta buena noticia al Sínodo. Nuestra oración los acompañará. Que el amor de Dios esté en ellos como nuestra esperanza está en El”. Son las palabras que monseñor Louis Portella, obispo de la diócesis congolesa de Kinkala y vicepresidente del Simposio de las Conferencias episcopales de África y Madagascar, pronunciaba en Cotonou, en la clausura del workshop preparatorio al Sínodo extraordinario de la Familia en octubre.