En la segunda catequesis de este ciclo, el Papa Francisco se centró en la familia de Nazaret: "Jesús nació en una familia. Él podía venir espectacularmente, como un guerrero, o como un emperador ... No, no: viene como el hijo de una familia, en una familia. Esto es muy importante: poder contemplar en el pesebre esta escena tan hermosa". Dios, continuó el Papa, "ha elegido nacer en una familia humana, que ha formado Él mismo". La familia de Nazaret "no era una familia solo de apariencia, no era una familia irreal," y este hecho "nos compromete a redescubrir la vocación y la misión de la familia, de cada familia".

Al igual que sucedió en esos treinta años en Nazaret, "también nos puede ocurrir a nosotros: llegar a hacer que el amor sea una cosa normal y que no lo sea el odio, hacer que sea normal el hecho de ayudarse mutuamente, no la indiferencia o la hostilidad. En ese mismo momento, cada vez que hay una familia que protege este misterio, aunque se encuentre en las afueras del mundo, el misterio del Hijo de Dios, el misterio de Jesús que viene a salvarnos, está a la obra. Y viene para salvar al mundo. Y esta es –señalaba el Papa Francisco– la gran misión de la familia: hacer sitio a Jesús que viene, es decir, acoger a Jesús en la familia, en la persona de los hijos, del marido, de la mujer de los abuelos ... Jesús está allí. .Acogerlo allí para que - concluyó – él pueda crecer espiritualmente en esa familia”.