"Hoy, por desgracia, la familia necesita ser protegida de los ataques insidiosos y de los programas que van en contra de todo lo que tenemos por verdadero y sagrado: todo aquello que en nuestra cultura representa lo más noble y lo más hermoso." Estas fueron palabras del Papa ayer, en la homilía de la Misa conclusiva celebrada en Manila, Filipinas, el domingo del Santo Niño.
"La imagen del Santo Niño Jesús acompañó la difusión del Evangelio en este país desde el principio. Vestidos con los trajes reales, coronado, dotado de un cetro, globo terráqueo y cruz, nos recuerda continuamente la conexión entre el Reino de Dios y el misterio de la infancia espiritual. [...] Este es el pecado - dijo el Papa Francisco- olvidarse interiormente de ser hijos de Dios. Los niños, de hecho, como nos enseña el Señor, tienen su propia sabiduría, que no es la sabiduría del mundo. Es por esto que el mensaje del Santo Niño es tan importante. Él habla a cada uno de nosotros profundamente. Nos recuerda nuestra identidad más profunda, lo que estamos llamados a ser como familia de Dios ".
Por lo tanto, el Cristo Niño "es el protector de este gran País" y "Jesús mismo tuvo necesidad de ser protegido. Él ha tenido un protector en la tierra: San José. Tenía una familia aquí en la tierra: la Sagrada Familia de Nazaret. De este modo nos recuerda la importancia de proteger a nuestras familias y la gran familia que es la Iglesia, la familia de Dios, y el mundo, nuestra familia humana. En el Evangelio Jesús acoge a los niños, los abraza y los bendice. Nosotros también - dijo - tenemos el deber de proteger, guiar y alentar a nuestros jóvenes, ayudándoles a construir una sociedad digna de su gran patrimonio espiritual y cultural. En concreto, tenemos que ver a cada niño como un regalo que hay que recibir, amar y proteger. Y hay que cuidar a los jóvenes, no permitiendo que sean despojados de la esperanza y condenados a vivir en la calle ".