Entrevista con Don Paolo Gentili, director del Cei para la pastoral de la familia
Por un lado, "existe una preocupación a causa del descenso del número de matrimonios y por el descenso de la tasa de natalidad, por la dificultad de explicar a nuestros jóvenes la belleza del ‘para siempre’, por la confusión que parece caracterizar la vida de las relaciones, marcada por la desorientación y la incertidumbre". Por otro lado, "es palpable la necesidad de encontrar un antídoto contra el virus del aislamiento. Solo si se genera ‘una ayuda de familia a familia‘ se podrá evitar que una pequeña crisis se convierta en una separación. Esta realidad está dando lugar a un nuevo impulso en las familias. ‘Una familia que adopta una familia‘ podría ser un eslogan eficaz para presentar la determinación con la que muchas parejas se hacen cargo de situaciones difíciles. Una nueva realidad, en la que se hizo hincapié en varias respuestas al cuestionario del Sínodo". Estas fueron palabras de Don Paolo Gentili, director de la Oficina Nacional para la Pastoral de la familia de la Cei, en una entrevista concedida a la agencia Sir el día después de la fecha límite de la presentación de las respuestas al cuestionario para el Sínodo .
"La preocupación más común es - continúa Don Gentili – el hecho que cada vez más, en Italia, se viva una relación afectiva esponsal sin llegar nunca al matrimonio y se tengan hijos sin haber previamente formado una familia. Es la punta de un iceberg que muestra el desinterés por el matrimonio en este momento histórico. La verdadera era glacial sería un futuro sin familia. Dichas realidades nos plantean algunas preguntas: ’siguen siendo actuales nuestros patrones de pastoral familiar y pastoral juvenil', ’nos hemos esforzado lo suficiente en la transmisión de la educación afectiva y sexual' Y, ’cuánto nos queda por hacer?" En cuanto a las "familias heridas", el director de la Oficina nacional para la pastoral de la familia ve en las respuestas una "evidencia que destacar: si no se acaba con la actitud juzgadora que a menudo se percibe en la comunidad cristiana nunca se podrá dar una verdadera acogida. Por el contrario, ‘el arte del acompañamiento’, incluso en la dolorosa cuestión de la exclusión de la Eucaristía, es un bálsamo para las heridas".