En Barcelona tuvo lugar el primer concierto de Bocelli: un viaje por "El gran misterio", al redescubrimiento de la familia
"Esto no es un concierto mundano, sino un momento de oración”: estas fueron palabras del tenor Andrea Bocelli, saludando en el momento de su llegada al cardenal Lluís Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona, presente en la Sagrada Familia para el concierto realizado por el artista el jueves, 28 de mayo. La española es la primera etapa del proyecto "El gran misterio. El Evangelio de la familia escuela de humanidad para nuestro tiempo", que tuvo como protagonista al tenor de conciertos realizados para celebrar la belleza de la familia en algunas basílicas y catedrales del mundo. Los próximos eventos se realizarán en Filadelfia (en el Encuentro Mundial de las Familias el próximo mes de septiembre), Belén (en Navidad), y Cracovia en 2016.
Dirigido por el maestro Marcello Rota y acompañado de la Orquestra Simfònica del Vallès y de la Coral Polifónica de Puig-reig, Bocelli interpretó un repertorio musical similar a un viaje simbólico entre la dimensión religiosa y humana del amor, acompañado por la joven violinista ucraniana Anastasiya Petryshak. "Estamos aquí para hablar de la belleza de la familia cristiana", dijo el cardenal Sistach en la apertura del evento al que asistieron tres mil personas. El purpurado recordó a la pareja de Adán y Eva como, "la fundación de la familia". Las familias cristianas son "iglesias domésticas", explicó, porque "toman como modelo Nazaret: María y José han superado muchas dificultades, pero lo que pasó en Nazaret - subrayó - nos puede pasar también a nosotros. Por supuesto, se pueden compartir momentos agradables, pero el verdadero amor sólo nos lo puede dar Jesús ". Un amor, auténticamente familiar, que "no acaba en la pareja, sino que ha de dar la vida a los hijos, de esta manera los esposos se entregan el uno al otro y se dan a los demás". Después de haber recordado las "palabras clave" sugeridas por el Papa Francisco, "permiso", "perdón" y "gracias", Sistach habló de la familia como el "motor del mundo y de la historia, de las relaciones entre las familias en las comunidades cristianas". El arzobispo a continuación destacó el papel de los abuelos, “padres y madres dos veces", el hecho de que "el amor y la sexualidad para los jóvenes no siempre van unidos" y la necesidad de acoger a las "familias disgregadas", ya que "muchos matrimonios no consiguen ser una comunidad de vida y amor". Mientras que a través de los rosetones azules y verdes se filtraba y desvanecía la luz entre las formas suaves y columnas estriadas del templo de Gaudí, la música del "Hallelujah" del "Mesías" de Haendel, el Ave María de Schubert y el de Caccini impregnaba todo el lugar. "La familia y la música tienen en común la armonía. Si todos hiciésemos ruido, Bocelli ahora no podría cantar, es por esto que en la familia es importante la escucha y el silencio para respetarse mutuamente", observaron Carlos e Isabel Pascual, pareja de Barcelona, de los Franciscanos de María. "Nacimos cuando esta basílica estaba en construcción, vimos su consagración en 2010 a manos de Benedicto XVI y es muy bonito estar aquí celebrando el sentido de la familia, que pertenece a la historia de la humanidad, independientemente del momento en que se vive". "Hoy en día es difícil dar testimonio de la fe", explicaba la pareja, que asistió a la Maestría en Ciencias del matrimonio y de la familia en el Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia y, que en verano, imparten un curso para otras familias. "Es un desafío constante, debido a que el papel de la familia va más allá de cualquier religión pues se refiere a la misma humanidad", dijeron Isabel y Carlos, mientras que en la iglesia resonaban las notas del "Va pensiero" de Nabucco de Verdi. Bocelli participa en diversas iniciativas de beneficencia con la Fundación que lleva su nombre, y opera principalmente en Haití. Regaló al público durante toda la tarde numerosas y extraordinarias interpretaciones, desde el aria la "Ombra mai fu" del "Serse" de Haendel al "Gloria a ti" del ‘"Himno al Jubileo"de Lécot, concluyendo con "The prayer" de David Foster, la síntesis del espíritu de "El gran misterio".