En la audiencia general el Papa habló de la relación entre la familia y el trabajo: "El trabajo dignifica, pero la familia no es un peso"
Después de la catequesis de la semana pasada sobre el valor de la fiesta en la vida de la familia, el Papa en su audiencia del 19 de agosto, habló sobre el trabajo. "Cuando el trabajo se separa de la alianza de Dios con el hombre y la mujer, cuando se separa de sus cualidades espirituales, cuando es rehén sólo de la lógica de la ganancia y desprecia los afectos de la vida, la degradación del alma - dijo- contamina todo: también el aire, el agua, la hierba, la comida… La vida civil se corrompe y el hábitat se descompone. Y las consecuencias golpean sobre todo a los más pobres y a las familias más pobres".
Frente a una “moderna organización” surge “a veces una peligrosa tendencia a considerar la familia un gravamen, un peso, una pasividad para la productividad del trabajo. Pero preguntémonos: ’cuál productividad' ’Y para quién? La llamada ‘ciudad inteligente’ es indudablemente rica de servicios y de organizaciones: pero, por ejemplo, es frecuentemente hostil a los niños y a los ancianos. A veces quien proyecta está interesado a la gestión de fuerza–trabajo individual, para ensamblar y utilizar o descartar según la conveniencia económica. La familia es un gran lugar de prueba. Cuando la organización del trabajo la tiene como rehén, o incluso le obstaculiza el camino, entonces estamos seguros de que la sociedad humana ha comenzado a trabajar ¡en contra de sí misma!" Según el Papa Francisco el trabajo “es sagrado, da dignidad a una familia y debemos rezar para que no falte el trabajo a ninguna familia”. Por lo tanto, las familias cristianas "reciben de esta coyuntura un gran desafío y una gran misión. Ellas ponen en juego los fundamentos de la creación de Dios: la identidad y el vínculo del hombre y de la mujer, la generación de los hijos, el trabajo que hace doméstica la tierra y habitable el mundo. La pérdida de estos fundamentos es un asunto muy serio, y en la casa común ¡hay ya demasiadas grietas! La tarea –prosiguió el Papa Francisco - no es fácil. A veces puede parecer a las asociaciones de las familias que son como David frente a Goliat… pero ¡sabemos cómo terminó ese desafío! Se necesitan fe y astucia. Que Dios nos conceda acoger con alegría y esperanza su llamada, en este momento difícil de nuestra historia. La llamada al trabajo para dar dignidad a sí mismo y a la propia familia".