Un seminario del Instituto Pontificio Juan Pablo II ha analizado una suposición, que resulta cada vez más apremiante debido al multiculturalismo y a la secularización que caracterizan a Occidente
’Cuáles son los caminos del diálogo y las perspectivas de posibles alianzas estratégicas entre el cristianismo y el Islam en todo lo que respecta a la familia? Es la pregunta que ha estado al origen del seminario "Islam europeo y familia occidental: ’Cuál es su impacto y cuales son sus sinergias?", organizado por el Instituto Pontificio Juan Pablo II y celebrado el 29 de septiembre en la sede del Instituto, en Roma. El tema, de gran actualidad, fue analizado por algunos profesores y expertos del mundo islámico.
En su introducción, el profesor Stephan Kampowski, del Instituto Pontificio, hizo primeramente hincapié en los "peligros de una cultura, la cultura occidental, que paulatinamente se está derogando a sí misma. Una civilización que niega el matrimonio y la familia como realidades naturales, y que toma la opción de no tener más hijos, no puede durar más de una o dos generaciones. El Islam - continuó el profesor Kampowski- con sus profundas convicciones religiosas, tal vez pueda empujarnos a encontrar nuestras convicciones, como por ejemplo volver a la iglesia y desarrollar una nueva familiaridad con la Biblia. Por lo demás, creo, que el mayor enemigo de los cristianos es la indiferencia y que, en la búsqueda de un antídoto contra ésta, sin duda es posible aprender algo de nuestros hermanos musulmanes". Inmediatamente después de esta presentación, el profesor Bartolomeo Pirone, de la Universidad Pontificia Lateranense, desarrolló el tema de la cultura familiar islámica, destacando muchos puntos comunes, en este ámbito, entre la religión mahometana y la nuestra. "En primer lugar - dijo el profesor en un informe que contenía numerosas citas del Corán - compartimos con ellos, la familia, el matrimonio y la procreación. Al igual que para los cristianos, lo que autentifica el matrimonio para ellos (no se considera un sacramento en su cultura), es la intención religiosa. Por lo tanto, para ellos, la familia no es un concepto abstracto, sino una realidad, una forma de vivir la historia a través de la cual cada uno de sus miembros se implica de manera total. En el Corán está muy presente la invitación a amar con ternura al cónyuge y a la familia, alentando a vivir en la castidad, la fidelidad y la confianza". La profesora Amal Hazeen, de la Pontificia Universidad Urbaniana, completó este análisis señalando las diferencias irreconciliables en el tema de la familia entre las dos religiones. "En primer lugar - dijo - para los musulmanes, el matrimonio no es un sacramento, sino un simple contrato civil. Además son aceptados por la tradición el repudio, el divorcio y la poligamia. El matrimonio puede ser disuelto de manera arbitraria por el marido, que no está obligado a dar ninguna explicación. En cuanto a la poligamia, - subrayó la profesora - está claro que el fin procreativo tiene más peso que el fin unitivo, lo cual crea un evidente desequilibrio. La relación conyugal está marcada por una disparidad que tiene su origen en el mismo Corán, donde se habla del hombre - contrariamente a lo que leemos en la Biblia - como si estuviese situado en un escalón más alto que la mujer: por consiguiente, la mujer carece de muchos de los derechos y libertades que ahora le son plenamente reconocidos en Occidente. Otra diferencia incompatible son los castigos y condenas infligidos: los azotes, la lapidación y el asesinato. Por lo tanto, lo que propondría realizar con el Islam, serían más bien alianzas circunstanciales, sobre temas individuales y luchas, porque hay demasiadas diferencias irreconciliables que hacen imposible una alianza constante y definitiva en el tema de la familia". En cambio, el doctor Cenap Aydin, del Instituto Tevere - Centro Pro Diálogo, centró su discurso sobre el Islam europeo, que en su opinión, está cada vez más sujeto a un rápido proceso de secularización que desactiva todos los temores relacionados con la explosión de una "bomba demográfica": "Hoy en día la diferencia con los primeros musulmanes que llegaron a Europa en los años 60 es impresionante. En primer lugar eran hombres que venían a este continente para trabajar y enviar dinero a las familias en sus países de origen. Es decir, que se trataba de familias divididas. Pero, ’hoy en día? Cada vez hay más familias divididas, pero de una manera diferente, de una manera moderna. De hecho, en Europa ha aumentado la tasa de divorcios entre musulmanes, llegando incluso a asemejarse a la tasa de sus habitantes, lo mismo que el hecho de tener pocos hijos, uno o dos como máximo. Es un cambio muy significativo para una cultura que se caracteriza por tener de 5 a 6 hijos por pareja. Y esto ’por qué? Porque las nuevas generaciones musulmanas quieren llegar a ser médicos, abogados, profesores, y el presupuesto de las familias es limitado. Esta es la causa por la que las parejas tienen menos hijos y no hacen como las familias de sus países de origen que tienen muchos más".