El Papa en la audiencia: "restituir honor social" a la " promesa de compromiso autocumplida"
La fidelidad del amor fue el tema abordado por el Papa Francisco durante la audiencia general del miércoles en la plaza de San Pedro.
"Mirando bien - dijo el Papa - la entera realidad familiar está fundada sobre la promesa. [...]se puede decir que la familia vive de la promesa de amor y de fidelidad que el hombre y la mujer hacen el uno a la otra". Una promesa que, continuó el Papa, "implica el compromiso de recibir y educar a los hijos; pero actúa también en el cuidado de los padres ancianos, en el proteger y cuidar los miembros más débiles de la familia, en el ayudarse el uno al otro para realizar las propias cualidades y aceptar los propios límites". En nuestros días, "el honor a la fidelidad de la promesa de la vida familiar aparece - señaló Francisco - muy debilitada. Por una parte, por un derecho mal entendido de buscar la propia satisfacción, a toda costa y en cualquiera relación, es exaltado como un principio no negociable de la libertad. Por otra parte, porque se confían exclusivamente a la obligación de la ley los vínculos de la vida de relación y del compromiso por el bien común. Pero, en realidad, ninguno quiere ser amado solo por sus propios bienes o por obligación. El amor, como también la amistad, deben su fuerza y su belleza a este hecho: que generan un vínculo sin quitar la libertad. El amor es libre, la promesa de la familia es libre, y esta es la belleza". Por lo tanto "libertad y fidelidad no se oponen la una a la otra, más bien se sostienen mutuamente, sea en las relaciones interpersonales, sea en las sociales". La fidelidad es una "promesa de compromiso autocumplida, creciendo en la libre obediencia a la palabra dada. La fidelidad es una confianza que “quiere” ser realmente compartida, y una esperanza que “quiere” ser cultivada juntos". Seguidamente el Papa invitó a "restituir honor social a la fidelidad del amor. Es necesario sustraer de la clandestinidad el milagro cotidiano de millones de hombres y mujeres que regeneran su fundamento familiar, del cual cada sociedad vive, sin estar en grado de garantizarlo en ningún otro modo. No por casualidad, este principio de la fidelidad a la promesa del amor y de la generación está escrito en la creación de Dios como una bendición perene, a la cual está confiado el mundo".