En los países ricos, la tasa de natalidad cada vez es más baja. En 2050, Europa será el único continente que contará con una importante disminución de su población.
En Europa, la parejas se casan cada vez menos, dejan para más tarde el proyecto de tener un hijo, se divorcian cada vez más y tienen menos hijos. Empezando por Francia, donde la tasa de natalidad está disminuyendo de nuevo después de un pequeño aumento en el bienio 1990/2000. Esta tendencia ha sido analizada recientemente en las páginas del semanario católico francés "La Vie", en base al balance demográfico de 2015 publicado por el Instituto Nacional de estadística y de economía (Insee) el pasado 19 de enero. En Francia han nacido 19000 niños menos que en 2014, lo que representa una disminución del 2,3%. Europa sigue el mismo camino. En 2013, el último año en el que el INSEE ha hecho una recopilación de datos en todos los países del continente, la tasa de natalidad fue menor, incluso en países como Irlanda y Suecia, donde la tasa de natalidad era relativamente elevada. La tasa de reemplazo generacional es de 2,1 niños por mujer en edad fértil. Ningún país de Europa alcanza esta cifra. El envejecimiento de la población es por lo tanto inevitable, así como la disminución del número de habitantes. El año pasado, no menos de 12 de los 28 países, entre ellos Italia y Polonia, llegaron incluso a perder habitantes. Alemania, con una tasa de fecundidad que alcanza solamente el 1.4, se las arregla para mantener el equilibrio gracias a los nacimientos de recién nacidos extranjeros.
Otro estudio llevado a cabo en esta ocasión por el Instituto Francés de Estudios Demográficos (Ined) en septiembre de 2015 revela que Europa es el único continente que presencia la disminución de su población, en el año 2050 se espera pasar de 742 a 728 millones de habitantes. El descenso de la fertilidad en Europa se debe principalmente al control de la natalidad por parte de las parejas, fenómeno muy reciente en la historia de la humanidad. En la sociedad actual, el niño es un proyecto, la decisión de una pareja, el resultado de la voluntad de las personas.
La importancia de las políticas familiares
Este fenómeno genera nuevas preguntas. Conciliar la vida familiar y la vida profesional es algo crucial, especialmente para las mujeres. Por esta razón las medidas de apoyo a la natalidad para facilitar el empleo de las mujeres y la vida familiar son primordiales: la gestión de las guarderías, la adaptación de los horarios, la facilitación del cuidado colectivo de niños, el sueldo de la madre. Ante la elección de la madre entre trabajo o niños se constata un descenso de la fecundidad. El desempleo masivo que prevalece en muchos países europeos acentúa este fenómeno, haciendo que las parejas prefieran tener la seguridad de dos salarios antes que asumir la responsabilidad de dar a luz un hijo. En las sociedades modernas de Europa, el niño es sinónimo de gastos más que de ingresos. Por lo tanto, es normal que a las políticas familiares les esté costando mucho el aumentar la tasa de natalidad. Paradójicamente, hoy más que nunca, nuestra sociedad desea tener hijos. Este deseo es tan fuerte que estalla como un "asunto público" a través de la atención médica, protegida por la ley, y tiende por lo tanto a institucionalizarse. Un deseo, concluye "La Vie", que simboliza la cultura europea de hoy en día, que quiere pensar en su futuro y asegurar su supervivencia.