Monseñor Paglia en el Coloquio internacional de la Comunidad Chemin Neuf: "Una alianza capaz de transformar la sociedad"
Una alianza entre familia y comunidad cristiana para que no se encierren en sus límites sino que sean capaces de "transformar de manera ‘familiar‘ a toda la sociedad". Fue el deseo expresado por el presidente del Pontificio Consejo para la Familia, monseñor Vincenzo Paglia, en su intervención en el Coloquio internacional sobre "Familias en comunidad, el futuro de una utopía", organizado por la Comunidad Chemin Neuf, en Ginebra del 3 al 6 de marzo. El papel de las familias en la Iglesia constituyó el núcleo del encuentro: el objetivo es entender cómo "seguir a Cristo como familia" y saber que ser "familias en misión" puede renovar la Iglesia, teniendo en cuenta los elementos de la armonía entre la vocación de la familia y de la vida religiosa. En este sentido, monseñor Paglia destacó la responsabilidad de las "nuevas comunidades" para vivir su carisma de una manera más generosa y creativa, con un sólida "perspectiva que una fuertemente familia y comunidad, ministerio de ordenación, sacramento nupcial y celibato".
La utopía de la que se habla en el título del coloquio es, explicó el presidente del dicasterio, "la de una nueva manera de vivir, no encerrada en sí misma, sino abierta a todos, especialmente a los pobres. En este horizonte la responsabilidad de acoger a aquellos que no tienen familia, a las personas que están solas y que son vulnerables para que formen parte de la gran familia de Dios resulta evidente. Y es en esta perspectiva - añadió – dónde también hemos de situar el tema de los divorciados vueltos a casar o de aquellas familias imperfectas y heridas. [...] Se puede decir que las familias son demasiado poco eclesiales, ya que se encierran muy fácilmente en sí mismas y las comunidades cristianas son poco familiares por estar sobrecargadas con el peso de la burocracia, o aviejadas por el funcionalismo". La familia, prosiguió, "es una bendición insustituible para la tierra, que es nuestra casa común, la casa de todos los pueblos de ayer, de hoy y de mañana. La promesa que Dios hace al hombre y a la mujer, en el origen de la humanidad, incluye a todos los seres humanos, hasta el final de los tiempos. Si tenemos fe – aunque sea poca -, las familias de los pueblos de la tierra verán a las familias cristianas y comunidades cristianas que viven ya en esta amplia solidaridad y se reconocerán en esta bendición. Es el gran sueño que Dios tiene para el mundo: reunir a todos - concluyó – en la única familia humana".