El Papa Francisco habla de la verdad del matrimonio indisoluble, pero al mismo tiempo recuerda que hay que ser siempre comprensivo con las debilidades de los hombres
Jesús siempre hace la distinción entre la verdad y la debilidad humana, sin ningún rodeo; nos enseña a respetar la primera y a comprender la segunda. A partir de esta constatación, enraizada en uno de los pasajes del Evangelio sobre el adulterio, el Papa Francisco ha desarrollado su homilía en la Misa celebrada el 20 de mayo en Santa Marta.
Se trata del pasaje de la Escritura en el que los fariseos ( "teólogos iluminados", como los ha llamado Su Santidad) van a Jesús para ponerle a prueba y le preguntan si un hombre puede o no divorciarse de su esposa. En presencia de ocho parejas que celebraban sus 50 años de matrimonio, y una que celebraba los 25, el Santo Padre dijo: «Ellos ya no son dos, sino una sola carne. Por lo tanto “lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”. Tanto en el caso del Levirato, como en éste, Jesús responde desde la verdad abrumadora, desde la verdad contundente - ¡ésta es la verdad! – ¡desde la plenitud siempre! Y Jesús nunca negocia la verdad. Y ellos, ese grupito de teólogos iluminados, negociaban siempre la verdad, reduciéndola a la casuística. Jesús no negocia la verdad. Ésta es la verdad sobre el matrimonio, no hay otra». El Papa, seguidamente, pasó a considerar la otra vertiente del estilo del Señor, tan evidente en este pasaje del Evangelio: la comprensión. De hecho, “Jesús es tan misericordioso, es tan grande, que nunca, nunca, nunca cierra la puerta a los pecadores”. Para esto no se limita a enunciar la verdad de Dios sino que pregunta a los fariseos que es lo que Moisés ha establecido en la ley. Y cuando los fariseos le repiten que Moisés permitió redactar una declaración de divorcio, el Señor responde que esa norma fue escrita debido a la dureza de sus corazones, teniendo en cuenta sus debilidades humanas.