La carta de Guylane y André, un testimonio de fe y de compromiso
Lo que más les ha llegado, en estos 12 años que han formado parte del Pontificio Consejo para la Familia, ha sido sobre todo "la cercanía a las parejas y familias" y el hecho de intentar, sesión tras sesión, "estar cerca en las pruebas y en las alegrías, en las necesidades y en su crecimiento" de todos aquellos que apuestan por la familia.
"Muy a menudo - escriben Guylaine Morin y André Belzile, canadienses, pareja y consultores del Pontificio Consejo para la Familia, en una carta dirigida al Presidente monseñor Vincenzo Paglia y a todo el dicasterio – la espiritualidad ocupa mucho espacio, y hay poco tiempo para el crecimiento humano". Los dos recuerdan que esta aventura les ha llevado a "formar el pensamiento y orientar las acciones pastorales hacía la promoción de la familia y de las parejas. A menudo, cuando se habla de familia, pensamos en aquellos que tienen niños pequeños: sin embargo, el Consejo - comentan Guylaine y André - nunca se ha olvidado, de los abuelos, adolescentes y jóvenes, porque la pastoral familiar está dirigida a todos. Conocer y escuchar las diferentes culturas de los cinco continentes nos ha permitido – añaden - ampliar nuestra mirada de la Iglesia universal, que incluye a todas las naciones y a todas las culturas". El Pontificio Consejo para la familia, escribe la pareja, "nos ha permitido fortalecer nuestro trabajo con las familias. Nos hemos inspirado en sus directrices para evangelizar mejor y ayudar a las parejas, familias y personas que sufren, y estamos viendo los frutos, incluso en lo que se refiere a la participación en la vida parroquial".
La pareja termina su carta con la esperanza de que "el apostolado de la familia esté siempre en el centro de la misión de nuestras Iglesias diocesanas para así poder aliviar el sufrimiento, la sed de conocer a Dios y contribuir al crecimiento de las parejas y familias. El Espíritu Santo actúa en el mundo, y para ello necesita de nuestras manos, nuestros pies, nuestra inteligencia y nuestro corazón para que pueda realizar plenamente la misión de Cristo".