De la intervención de Mons. Jean Damascène BIMENYIMANA, Obispo de Cyangugu (RUANDA)
La Iglesia católica en Ruanda sigue llevando adelante varias iniciativas para ayudar a la población del país que ha conocido una serie de eventos trágicos que se cobraron muchas vidas humanas, dejando a los supervivientes en situación de fragilidad y de vulnerabilidad extrema desde distintos puntos de vista. Entre las estrategias adoptadas, figuran la reorganización de las comunidades eclesiales de base. A este propósito, se ha llevado a cabo una nueva repartición, en modo tal que cada comunidad de base agrupe veinte familias cercanas las unas de las otras. Dentro de este mismo marco, organizamos sesiones y retiros para las familias donde debatimos sobre los desafíos a los que se enfrente la familia actualmente. Insistimos sobre la paternidad responsable y sobre el papel de la mujer, sobre todo porque las mujeres viudas que son responsables de su propia familia son numerosas. Esta orientación pastoral implica una atención particular a los niños. La gran preocupación de la Iglesia católica en Ruanda es vigilar para que los niños crezcan en edad y sabiduría, con una fe bien radicada en ellos mismos. Para ello, hemos creado las comunidades eclesiales de base infantiles, según el modelo de las comunidades eclesiales ordinarias.
De la intervención de Mons. Janusz Wies³aw KALETA, Obispo de Karaganda, Administrador Apostólico de Atyrau (KAZAJISTÁN)
Para el grupo relativamente pequeño de quienes aún conservan la fe y la tradición católica, las familias tienen una importancia fundamental. No se puede ignorar, sin embargo, que a menudo -incluso en familias en las que los abuelos y los padres son religiosos, rezan el Rosario y participan en la liturgia - las generaciones jóvenes están muy alejadas de la religión y de la Iglesia. El problema es el de formar adecuadamente a nuestras babushkas (abuelas) en las Sagradas Escrituras y en el Catecismo, de manera sencilla y comprensible. Esto se podría lograr organizando encuentros, cursos, conferencias dirigidas a las madres. En segundo lugar, al igual que con las madres, también necesitamos formar debidamente a nuestros hombres jóvenes y a los que ya son padres de familia, para que sean, además, agentes para la transmisión de la fe. El Instrumentum laboris (n. 110) se refiere precisamente a esta complementariedad.