Mons. Francis Chullikat ha intervenido en las Naciones Unidas sobre desocupación y desescolarización
El Observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidad en Nueva York, mons. Francis Assisi Chullikatt, ha intervenido en la cuarta Sesión del Grupo de trabajo de la ONU sobre los Objetivos para el Desarrollo sostenible en el Tercer Milenio (17-19 junio de 2013), definiendo la exclusión de la escolarización de más de 250 millones de niños en el mundo, «una vergüenza colectiva para los Gobiernos, líderes mundiales, la comunidad internacional»; de aquí, de la escolarización y el derecho a la instrucción, se debe partir para lograr el desarrollo sostenible. La desocupación y la falta de un trabajo digno son «el gran sufrimiento de nuestro tiempo». «La desocupación es una injusticia social que mina la libertad y sofoca la creatividad del hombre», ha declarado el Arzobispo. La explotación del trabajo de los menores es «una auténtica forma de esclavitud» y «el flagelo de nuestro tiempo».
Más de 400 millones de trabajadores en el mundo están en condiciones de extrema pobreza y más de 10 millones de niños son víctimas de la explotación laboral.
«Millones de personas son utilizadas en la producción manufacturera o en trabajos domésticos para aumentar el bienestar, el confort y la felicidad de hombres y mujeres influyentes de países industrializados», ha afirmado mons. Chullikatt, que ha apelado a la cooperación internacional para lograr «políticas directas que aseguren un trabajo digno para todos». Como ha dicho a Radio Vaticana, el prelado ha denunciado las condiciones de humillación de la dignidad humana en que vive gran parte de la población mundial y sobre todo los menores, lo cual es «una palpable violación de la Convención de los derechos de la Infancia», de que son «responsables dirigentes de gobierno y sociedades privadas».
«El trabajo es un derecho fundamental del ser humano, es la condición que hace posible formar una familia y representa el medio para mantenerla y sostenerla», ha dicho mons. Chullikatt, que ha recordado cómo en la Conferencia de Naciones Unidas en Río de Janeiro, en Brasil, en junio de 2012, se ha puesto de manifiesto la importancia de la "solidaridad intergeneracional" para «ayudar a los jóvenes a convertirse en ciudadanos sanos, productivos, responsables». «Sin instrucción, los niños no podrán ser adultos insertos dignamente en la sociedad, y sin instrucción no se puede pensar que un adulto logre adaptarse a los cambios del ambiente laboral», ha dicho el prelado. Y ha añadido: «En la instrucción y en la educación de los jóvenes juega un papel clave la familia, que es la célula básica de la sociedad». Por lo tanto -dice el Observador permanente de la Santa Sede en la ONU- «es de máxima importancia que quien hace política respete y promueva este papel fundamental de la familia».