Intervención del card. Raymond Leo Burke en la Conferencia Internacional del Instituto Dignitatis Humanae
El card, Raymond Leo Burke, Prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica, ha sido el invitado de honor en la segunda Conferencia Internacional sobre el tema "Aplastado entre los ordenamientos jurídicos europeos y las constituciones nacionales: ’hay lugar para el Cristianismo?" (28-29 de junio de 2013) celebrada en el Vaticano, promovida por el Instituto Dignitatis Humanae.
Para el card. Burke, el Instituto Dignitatis Humanae existe para «testimoniar el único e inmenso bien de la vida y de la persona humana», y por lo tanto, «el respeto de cada ser humano en cuanto tal, sin excepciones, hombre y mujer del mismo modo, desde la concepción hasta la muerte». «La inviolable dignidad de la vida humana es atacada continuamente en un mundo cada vez más secularizado», ha declarado el purpurado. «Parecería que el objetivo sea silenciar a los testigos de Cristo. Pero no podemos sucumbir a estos ataques». Estamos en un tiempo de «nuevas persecuciones cristinas, en Siria, Egipto, Eritrea, Nigeria, India e Indonesia», pero «también en nuestras naciones civilizadas, con una rica tradición cristiana, hemos vuelto atrás, a fundamentalismos que se oponen a la fe cristiana», sobre todo en algunos Estados, controlados por «lobbies de poder, con intereses privados». Así, por ejemplo, bajo el nombre de "salud materna", se persigue «un programa político que no tiene nada que ver con la salud y mucho menos con la protección de la maternidad». «El camino emprendido por un relativismo moral es, como dijo el entonces cardenal Joseph Ratzinger, una tiranía fundada en la supremacía de la fuerza y del deseo sobre los más débiles y vulnerables». Nos encontramos en un «declive moral» que Juan Pablo II llamó «cultura de la muerte», que es «cada vez más perversa». «No podemos permitir que esta cultura de la muerte se imponga y aplaste la concepción cristiana de la vida. Es necesario apoyar una cultura de vida, en los lugares de trabajo y en la esfera pública», fue la invitación del purpurado. «La familia es el fundamento de la sociedad y al defender y promover la familia fuerte u estable, la familia tradicional, estaremos sustituyendo la cultura de la muerte con la cultura de la vida y del amor, a la que el Señor nos llama y nos da la fuerza de su apoyo en esta terea».