Mons. Vincenzo Paglia inaugura el curso de verano sobre bioética y fe en el Regina Apostolorum
El Presidente del Pontificio Consejo por la Familia, Mons. Vincenzo Paglia, ha dado la Conferencia inaugural del curso de verano sobre "Bioética", Encrucijada entre fe, Razón y ciencia", el 2 de julio en el Pontificio Ateneo Regina Apostolorum. El título de la conferencia es: "El año de la fe y la bioética".
«Entre las muchas sugerencias que suscita el tema - ha dicho el Presidente de nuestro Dicasterio - quiero acoger sobre todo aquella que está ligada al extraordinario evento, que fue el Concilio Vaticano II», que ha sido una especie de brújula para el nuevo milenio (como la define Juan Pablo II) tanto para la Iglesia como para la sociedad contemporánea, por el llamado mundo post-secular, marcado constantemente por el debate bioético, que a menudo se convierte según la ingeniosa interpretación de Foucault, en un enfrentamiento biopolítico. Las cuestiones fundamentales de la Bioética de la vida, afirma Mons. Paglia, proceden de el uso del mismo término "bioethics", usado la primera vez por Van Rensselaer Potter, en 1970. El debate sobre los temas de bioética marcan un punto de inflexión, en la perspectiva cristiana, con la Constitución pastoral "Gaudium et Spes", que afrontó cuestiones concretas del mundo contemporáneo", tales como, la ciencia y la cultura, el matrimonio y la familia, el orden social, el trabajo, la paz, poniendo en el centro y como fundamento de todas las discusiones al ser humano, la persona. «Fue el hombre, por lo tanto pero el hombre integral, en unidad de cuerpo y alma, de corazón y conciencia, de intelecto y voluntad, que constituye el pilar». La dignidad del hombre procede de Dios y es fundada en Jesucristo, en una antropología unitaria, que ve al hombre no como una monada aislada, sino como «un ser dialógico, en relación con Dios y con sus semejantes". Así como repetía en la declaración "Dignitatis humanae"».
El diálogo amistoso de la Iglesia con el mundo contemporáneo pronto se ve obstaculizado por dificultades actuales, en particular, sobre la concepción del matrimonio y de la familia, como indica la Encíclica "Humanae Vitae". «La publicación de la así llamada "Encíclica de la Píldora" hace emerger, de improviso y violentamente, todos los cambios profundos de los códigos simbólicos de la conducta y la moralidad que se estaban manejando ahora, en los dos últimos decenios, en toda la sociedad occidental». De este manera, «la secularización afecta, progresivamente, no solo a la esfera religiosa, sino también a la moral pública y a las importantes culturas políticas de los siglos XIX y XX», en «un proceso de "desencanto del mundo"», que lleva a la afirmación de «una cultura cada vez mas centrada en la realización individual».
Al mismo tiempo, cada vez seguido de «una ideología tecno-científica, que presenta fuertes inclinaciones nihilistas»; una especie de "existencialismo científico" que asume a menudo las formas de «un fideísmo acrítico hacia el conocimiento técnico-científico, que a menudo se combina con un indiferentismo religioso o una verdadera oposición tenaz a la fe, en nombre de la racionalidad». Se extiende una especie de devoción a la ciencia que se presenta como una exaltación de la racionalidad y es alimentada por los supuestos éxitos de la técnica. «La fecundación artificial, por ejemplo, pone en discusión la relación natural, padre/hijo, padre/madre y parece preparar al "mundo feliz" de Aldous Huxley. En el cual la reproducción humana, se produce "en serie" según el modelo fordista. Es completamente extrauterino y los embriones vienen producidos y desarrollados en una especie de fabrica». Hay una tendencia social a lo que Jacques Ellul define como "un desliz de juicio"; la tendencia típica de la sociedad tecnológica a aceptar siempre, sin modo crítico, la innovación de la técnica, incluso cuando, en el momento del nacimiento, es objeto de la condena general , en un politeísmo de perspectivas morales que comprende el relativismo de la identidad sexual en la "teoría de género" mientras la familia se convierte en objeto de ataques al concebirse como instrumento de coerción y represión del individuo. “El momento extremo" de esta desestructuración y fragmentación crítica de la familia es representado por el volumen del psiquiatra británico David Cooper "La muerte de la familia."
Este es el contexto cultural en el cual la Iglesia hoy es llamada a conducir la propia misión de la evangelización, de anuncio y defensa de la familia «santificado por el cristianismo», como célula fundamental de la sociedad en la cual se afirma el amor y la solidaridad entre las diferentes generaciones que la componen. Hay necesidad de «un “nuevo humanismo" - reitera Mons. Paglia -, que pueda permitir la construcción de un nuevo momento de encuentro entre creyentes y no creyentes, y que permanezca irrevocablemente aquel compromiso de amor, gratuito y unilateral, entre Dios y el hombre». El año de la fe, que concluimos el 24 de noviembre del 2013, en la Solemnidad de Cristo Rey del Universo, hace hincapié en este encuentro de amor en la historia de la humanidad.