Quisiera en primer lugar dar las gracias por la invitación recibida a participar en esta Jornada Tomista organizada por la querida Universidad Católica de Murcia a la me unen tantos vínculos de carácter personal y académicos. En mi nombre y en el del Pontificio Consejo para la Familia quiero agradecer a la Universidad Católica y a su Presidente D. José Luís Mendoza su servicio impagable a la Iglesia y su colaboración constante con nuestro Pontificio Consejo. Quisiera dedicar estas líneas al que hasta hace unos meses ha sido el Presidente del Pontificio Consejo para la Familia, el Señor Cardenal Alfonso López Trujillo que ha sido entre otras cosas, un infatigable defensor y apóstol del Evangelio de la Familia y de la Vida. Su pasión por la verdad acerca del matrimonio y de la familia así como la defensa de la vida en todas sus fases no conocía freno. Estaba convencido, como lo estamos muchos, que es demasiado lo que nos jugamos como pueblo y como Iglesia en el campo de la pastoral del matrimonio y de la familia y que cualquier esfuerzo y entrega en este sentido son pocos. Y al final de nuestra vida como él gustaba referir: hemos hecho lo que debíamos hacer: somos siervos inútiles (Lc, 17, 5-10) pero apasionados por la verdad y el amor de Cristo.