En 1980, como invitado en Alemania de Oeste, Juan Pablo II habla de la vocación del anciano
Sabiduría al servicio del bien común, un faro radiante de esperanza y amor para los más jóvenes. El santo Papa polaco en este discurso del 1980 subrayaba el papel insustituible de las personas mayores para ayudar a los demás, sin por esto ocultar las limitaciones y la fragilidad que están vinculadas a la tercera edad.