Dios no se cansa nunca de amarnos, tampoco en la vejez. Lo recordaba Benedicto XVI en este discurso del 2012
Incluso cuando la vida se vuelve frágil no por esto pierde su dignidad y su valor. Para Benedicto XVI, en visita el 2012 a la residencia de San Egidio “Vivan los ancianos”, cada uno de nosotros, en cualquier etapa de la existencia humana, es siempre amado por Dios, por ser importante y necesario para su proyecto.