Publicamos la segunda parte de la experiencia dedicada a los abuelos evangelizadores, profundizándola con una entrevista a los que la han ideado, el matrimonio Aitchison.
1) ’Cómo va su curso para los abuelos? ’Hay novedades en estos últimos años? ’Cuáles son los proyectos para el futuro? El curso para los abuelos, “La gran aventura…una nueva llamada para los abuelos”, ha sido pensado para pequeños grupos de abuelos. Los encuentros siguen un programa de discusión activa en la que se anima a crear un acercamiento interactivo. Se trata de un programa muy flexible y este ha tenido mucho éxito tanto en la versión “una vez a la semana”, como en la de formato “una vez al mes”. Particularmente, hasta el día de hoy, se ha llevado a cabo de la siguiente manera: como un grupo de discusión formado por pequeños grupos dónde se comparte la propia fe; como un laboratorio, para grupos más grandes, guiados por un facilitador; como una clase, con un responsable que ejerce de instructor. Colateralmente a nuestro proyecto existe otro programa, “Los abuelos son para siempre”, enfocado a promover la participación de las parroquias para ayudar a los abuelos a llegar a ser nuevos evangelizadores. Este programa ha evolucionado en el transcurso de los últimos años llegando a ser lo que es hoy: un programa típicamente parroquial propuesto a nivel diocesano. Este programa ha sido desarrollado por el padre Donald Conroy, capellán de la Confederación nacional del Christian Family Movement de Norte América, con la que siempre hemos trabajado muy provechosamente. En lo que concierne a las novedades, en estos últimos años hemos desarrollado sobretodo varias sesiones anexas que se han sumado a las seis sesiones de origen que contiene el curso. Además, siempre teniendo como base el programa, hemos ideado un fin de semana de retiro para los abuelos. Otra de las bonitas novedades ha consistido en redactar una bendición y una oración para los abuelos, los sacerdotes pueden servirse de ella para bendecirlos durante o en los días próximos a la fiesta de los santos Joaquín y Ana. También hemos puesto a punto una oración particular para recitar durante el rezo con los nietos. Junto al padre Donald Conroy, que trabaja en el Instituto Nacional de la Familia en Washington D.C., animamos a los sacerdotes y diáconos, durante el bautismo de sus nietos, a dedicar un momento para bendecir a los abuelos: un gesto substancial, muy significativo, que cada parroquia podría hacer suyo con el objetivo de valorizar a los abuelos.
2) ’Cuáles son las mayores dificultades que han encontrado para enseñar a un abuelo cómo ser evangelizador? ’Cuáles son sus consejos para superar tales obstáculos? El mayor problema con el que nos hemos encontrado nace siempre del mismo hecho, es decir, que vivimos en una sociedad que no aprecia –o da por descontado- el aporte especifico de los ancianos al bien común. Esto puede llevar a los abuelos a no reconocer sus propios valores – tanto en el ámbito familiar como en el de la sociedad- y a dejar de recibir su vocación, perdiendo de vista dones y talentos, únicos e incomparables. Se pone por tanto en marcha el llamado efecto dominó que culmina con un claro rechazo a hacerse cargo de la responsabilidad de unir entre ellas a las diversas generaciones. Sin embargo nos gustaría que esta dinámica negativa cambiase de sentido gracias al trabajo fundamental de las parroquias, a las que invitamos a que reconozcan de una manera más mayoritaria la importancia del rol de los abuelos en las fases del ciclo de vida familiar. La parroquia debe por tanto, antes de todo, encontrar la manera de honrar la contribución específica de los ejemplos, por ejemplo –ya lo habíamos dicho antes- con una bendición especial en la fiesta de los santos Joaquín y Ana. Y no solamente esto: cada comunidad parroquial debe hacerse promotora de la formación de un grupo de abuelos que estudie y evalúe la situación de los demás abuelos presentes allí, haciéndose las siguientes preguntas: “’Cuáles son nuestras necesidades? ’Cuáles son los dones y talentos que caracterizan nuestra edad' ’Cuál es la vocación profunda de cada abuelo? ’De qué manera Dios nos llama en este momento de nuestra vida? ’Cómo podemos servir mejor a nuestras familias y a la comunidad'”. Estas serían las preguntas clave, propedéuticas para delinear las tareas características del abuelo y poder llevarlas a cabo gracias a programas específicos.
3) Uno de los problemas más apremiantes de hoy en día, en el mundo occidental, es la crisis de la alianza entre generaciones – cada una preocupada por sus propios intereses egoístas. ’Piensan que estos abuelos evangelizadores, además de recurrir a la unión con la generación de los nietos, pueden hacer lo mismo con sus hijos, enseñándoles algo también a ellos? La acción evangelizadora de un abuelo consciente de su vocación no puede no conllevar, en un efecto cascada, una repercusión positiva en los hijos y nietos. No pasará desapercibida, sino que plantará una semilla, que más pronto o más tarde germinará. Cuando los abuelos son conscientes del amor de Dios y, por efecto reflejo, de su valor irremplazable, evangelizan con naturaleza, a través del testimonio de su vida. Por lo demás, raramente acontece que los abuelos prediquen a sus hijos y nietos un Credo con excesivo celo, sino que viven su fe serenamente, día tras día, y esto produce un impacto mucho más positivo a los que están a su alrededor. Particularmente el testimonio de fe de los abuelos se percibe por todos gracias a: su vida de oración, y especialmente la oración en familia, en casa; su presencia de manera regular a la liturgia dominical; sus preferencias en todo lo que concierne actividades, amigos, ocio; su sensibilidad hacia el sufrimiento del prójimo, reconocible por su manera de servir a los otros y en el apoyo material a obras de caridad; la transmisión de los rezos familiares y de sus tradiciones; los libros que leen, compartiéndolos con los demás; las obras de arte que tienen en sus casas; la narración de sus historias de fe y las de la familia; su actitud y el modo de conversar; el tipo de amor demostrado hacia familiares y amigos.
4) ’Qué consejos darían a los que quisieran poner en práctica un proyecto similar al suyo, centrado en la valorización de la tercera edad' ’Cuáles serían las trampas a evitar? Primeramente recomendaríamos tomar como punto de partida el reconocimiento de los dones que poseen los abuelos por parte de sus familias y de la comunidad parroquial. El objetivo hay que tenerlo siempre presente y este objetivo sería el de aumentar la concientización de los abuelos, antes de todo en la comunidad parroquial. El siguiente paso sería desarrollar a grandes rasgos las líneas de un programa adecuado, implicando al personal de la parroquia. Llegados a este punto sería fundamental organizar un grupo de abuelos que concentre su atención en el ámbito específico de cada parroquia, de tal modo que se susciten en sus componentes respuestas creativas y originales. Después de haber dado un alma propia al programa es extremadamente importante hacerlo para que resulte además de útil, emocionante. Finalmente aconsejamos formar un equipo de abuelas, que hagan publicidad del programa, dándolo a conocer en diversos ambientes, ya sean laicos o religiosos. Retengamos que el apoyo del párroco y de sus colaboradores- ya sean presbíteros o laicos- es esencial para evitar problemas ligados a la inexperiencia. Estudiar la situación demográfica de cada parroquia para conocer las exigencias más profundas de sus abuelos, esta sería otra de las precauciones a tomar en cuenta. De hecho no hay que menospreciar la realidad de que los abuelos de hoy son generalmente más sanos, más ricos y más instruidos con respecto a los de otros tiempos. Sería también muy importante para poder alcanzar el objetivo fijado el distribuir el programa de tal manera que sean implicadas otras edades. Elegir el mejor momento del año para iniciar el programa es otro de los factores importantes para que este encuentre una mayor acogida. Nosotros por ejemplo, desde nuestra experiencia, aconsejamos la Cuaresma por ser un tiempo particularmente idóneo para inaugurar este recorrido. Sería también esencial planificar las actividades del programa en base a los diferentes momentos de la jornada (por ejemplo: ’qué sería mejor un encuentro por la tarde o después de comer? ’qué es mejor anexionarlo a un acto ya existente, como por ejemplo la misa cotidiana, o quizás no?). Finalmente querríamos atraer la atención en cuanto a todo lo que concierne la dimensión espiritual. Muchos abuelos quieren saber más sobre su fe y la manera de transmitirla, de manera concreta, a las siguientes generaciones.