El Mensaje de los obispos italianos para la 37ª Jornada nacional por la vida: “Inaugurar un nuevo humanismo con la fantasía del amor”
“’Qué mundo vamos a dejar en herencia a nuestros hijos?, y también, ’a qué hijos les dejaremos este mundo?”. Se lo preguntan los obispos italianos en el mensaje para la 37ª Jornada de la Vida, que será celebrada el próximo uno de febrero con el slogan “Solidarios por la vida”. “Cuando una familia se abre para acoger a una nueva criatura, esta experimenta en la carne de su hijo ‘la fuerza revolucionaria de la ternura’ y en dicha casa resplandece una nueva luz no solo para la familia, sino para toda la sociedad”, luego los obispos hablan del “eclipse de esta luz”, al menos a juzgar por el “preocupante declive demográfico al que asistimos”. El descenso de la natalidad, prosiguen, “tendrá efectos debastadores para el futuro” y a los niños que nacen hoy, cada vez menos, “ se les podrá asemejar a la punta de una pirámide social invertida, llevando sobre sus hombros el peso aplastante de las generaciones precedentes”.
El Mensaje pasa a tratar el “triste fenómeno del aborto”, que según los prelados “es una de las causas de esta situación” desde el momento que impide “cada año a más de cien mil seres humanos ver la luz y dar una preciosa aportación a Italia. No se puede tampoco olvidar que la práctica de la fecundación artificial, siendo que persigue el fin del derecho al hijo a toda costa, al mismo tiempo en su metodologia conlleva una notable dispersión de ovulos fecundados, es decir, de seres humanos que no nacerán nunca”. Para que el deseo de tener hijos “no se transforme en un formulario” es necesario “abrir el corazón a los niños ya nacidos y en estado de abandono: se trata-escriben los obispos- de facilitar el proceso de adopción y de custodia que están todavía hoy excesivamente cargados de dificultades en lo que respecta a costos, burocracia e incluso, de vez en cuando pueden dejar el mal sabor de la amarga soledad”.
La solidaridad con la vida, según los obispos, “puede abrirse también a formas nuevas y creativas de generosidad, como una familia que adopta una familia” en un “proceso de proximidad en el que una madre que espera un niño puede encontrar una familia, o un grupo de familias, que se hagan cargo de ella y del recién nacido, evitando así el riesgo del aborto, al que a pesar de ella, podría ser orientada”. La “fantasía del amor” puede, concluyen los prelados, “hacernos salir de este callejón sin salida inaugurando un nuevo humanismo” cuya construcción es “el verdadero desafío que nos espera y que forma parte del sí a la vida”.