Una experiencia muy original, creada por un matrimonio de Abruzas, destinada a los jóvenes novios, para que tengan a su alcancen la riqueza de la experiencia de una vida matrimonial madura
Presentación de los creadores de la experiencia
Franco D’Alessandro tiene 71 años, es profesional autónomo en el sector de la electrónica; Lidia D’Alessandro tiene 66 años y es profesora de filología, jubilada. Viven en Pescara y están casados desde hace cuarenta y cinco años; desde hace treinta y cuatro años forman parte de los Equipos Notre-Dame. El camino de los equipos es uno de los puntos fuertes de sus vidas, este les ha permitido el vivir plenamente su relación conyugal y también la misión – ya sea como guías de grupos de parejas como en el acompañamiento de muchos jóvenes que se preparan al matrimonio-. Tienen dos hijos y dos nietos.
La experiencia
«La idea de este proyecto surgió de nosotros, hace ya diez años, experimentábamos la necesidad de dar a los demás lo que nosotros habíamos recibido y continuábamos a recibir gratuitamente del Señor en nuestra larga historia de amor. Nos casamos hace 41 años y desde hace más de 30 años caminamos junto a otras parejas en un movimiento internacional de espiritualidad conyugal, los Equipos Notre-Dame». Franco e Lidia D’Alessandro comienzan de esta manera el relato de su experiencia de espiritualidad familiar, “El y Ella: Caminar Juntos”, un curso diocesano de acompañamiento de novios con duración de dos años centrado en el discernimiento de la vocación matrimonial. Iniciado en el 2000, concebido con las características propias de los Equipos Notre-Dame y apoyado por la diócesis de Pescara-Penne, el proyecto nació a raíz de la petición concreta de ayuda que algunas parejas de novios de la misma parroquia hicieron al matrimonio: “Es fundamental que alguien se ocupe de ayudar a nuestros jóvenes, para que puedan comprender lo que es el amor y el significado del noviazgo”. La respuesta de D’Alessandro no se hizo esperar, pues poco tiempo más tarde el Señor puso en su corazón el deseo de ofrecer a los jóvenes la oportunidad de vivir experiencias muy concretas en un pequeño grupo guiado por una pareja con experiencia, compañera de viaje y punto de referencia para los novios: “Esta pareja no se limita a decir cosas – comenta Franco – sino que con humildad ofrece su propia experiencia, e incluso su pobreza en la vida conyugal. Cuando una pareja cristiana acepta acompañar el camino del noviazgo de las jóvenes parejas, se les pide que compartan algo que atañe la profundidad de sus vidas: pues solamente ofreciéndose a sí mismos se puede transmitir el don de la Palabra de Dios y la belleza de una vocación”.
En el transcurso de los años esta fórmula basada en el testimonio directo se ha consolidado cada vez más, permitiendo la formación, cada año, de cerca de diez grupos. Los encuentros se realizan periódicamente cada mes y se hacen en las casas de los esposos animadores; en estos encuentros, se aplica un método teórico o práctico, siguiendo una dinámica de grupo, ya que cada encuentro se construye con el aporte de cada uno de los participantes: cada pareja de novios puede ser o la destinataria del relato de experiencias reales o el sujeto activo de su camino de crecimiento y formación.
Los participantes tienen además a su disposición temas de estudio sobre los que trabajan en pareja durante el mes, reservando tiempo para reflexionar sobre los temas y responder por escrito a las preguntas propuestas para la reunión. En cada grupo está presente un sacerdote, éste da testimonio de la buena nueva de la ternura de Dios y de la Iglesia para las parejas mostrándoles su amor. El curso, además de los encuentros mensuales, cuenta también con tres mini-campamentos y varias jornadas de retiro para profundizar aspectos particulares en relación con el Matrimonio.