Desde la Abadía de Farfa una aplicación innovadora de la piedra angular del monacato occidental
Vivir en familia la misma fraternidad que se practica en el cenobio. Esta es la propuesta del monje benedictino don Massimo Lapponiche, del monasterio de Farfa, teniendo siempre muy presente el texto base redactado en Subiaco por el fundador de la Orden, San Benito, y haciendo una relectura de la Regla desde una óptica exclusivamente familiar.
Desde el trabajo hasta el reposo – pasando por los momentos cotidianos como por ejemplo las comidas, las salidas, la oración, y el estudio – esta “Regla familiar”, fascinante pero profundamente realista, sintoniza las acciones y las intenciones de todos los miembros de la cédula fundamental de la sociedad.
Por ejemplo en el capítulo 35 de la Regla dónde se trata del trabajo en la cocina (“los hermanos se sirven el uno al otro, sin que ninguno de ellos quede dispensado del oficio de la cocina, salvo en el caso en que estuviese enfermo u ocupado en otros asuntos de gran utilidad, pues es en esta labor en la que se obtiene una mayor recompensa y un mayor mérito de caridad”) se hace la adaptación al contexto familiar cotidiano, mostrando todos los beneficios de tal acción. El padre Massimo escribe lo siguiente: “Aplicado a la vida de familia, esta enseñanza de San Benito aparece no solamente como una norma práctica para aliviar el trabajo doméstico de la madre, distribuyendo las tareas entre todos los miembros de la familia, sino que es mucho más que esto, es un potentísimo medio educativo, gracias a él, los hijos – y naturalmente, también los adultos – aprenden, no con palabras sino con hechos, lo que significa la práctica del amor fraterno y adquieren, con la práctica de cada día, las virtudes de la caridad, de la laboriosidad, de la paciencia, del cuidado y de la precisión”. Para el padre Massimo, sin una integración práctica de este tipo que influya concretamente en la vida de todos los días, “las lecciones de catecismo no sirven de mucho”.