Una participación masiva, como no se recordaba en Eslovaquia desde 1989, cuando la gente se echó a la calle para pedir democracia. Así lo han dicho los medios de comunicación refiriéndose a la Marcha por la Vida que ha tenido lugar el lunes 23 de septiembre en Kosice, promovida por la Conferencia Episcopal eslovaca. Más de sesenta mil personas han desfilado para decir que «la vida de cada ser humano es preciosa y debe ser protegida sin reservas, desde la concepción a la muerte natural» y que «la familia fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer debe ser tutelada, protegida y sostenida, también para asumir plenamente la misión del cuidado y educación de los hijos que compete a los padres».
 
En esta ocasión, los Obispos eslovacos han presentado un Memorándum, que se dirige en particular a los gobernantes, a los parlamentarios, a los representantes públicos y a los responsables institucionales, a fin de que den vía libre a un «sistema de consulta y participación popular para crear las condiciones sociales, económicas y jurídicas que sostengan la familia a la hora de acoger y criar a los hijos, de forma especial a aquellas familias y mujeres embarazadas con dificultades, a través de instituciones adecuadas».