"La familia no es una reliquia del pasado, no es la superviviente de una realidad que se desvaneció, no es un lugar que dificulta la emancipación de los individuos, especialmente el de la mujer, para poder así fomentar una sociedad tal vez más libre, más igualitaria, más feliz. Al contrario - hay muchas encuestas que lo demuestran - la familia sigue siendo el recurso más valioso de la sociedad, el lugar donde aprendemos la importancia del nosotros para la edificación y el sostén de una sociedad más justa y solidaria".
Fueron las palabras de monseñor Vincenzo Paglia, presidente del Pontificio Consejo para la Familia, en su intervención en la Jornada de Estudio organizada en Roma por la Comunidad de San Egidio sobre el tema "Los católicos y los chiitas en diálogo: la responsabilidad de los creyentes por la paz en un mundo pluralista".
A finales del siglo XX, continuó, "se produjo una ruptura profunda con el pasado. Como una especie de paréntesis. Por primera vez en la historia se puso en duda el tríptico original que Dios entregó al mundo, es decir, el matrimonio, la familia y la vida. Hoy en día parece muy fácil el desmontar y el volver a montar este tríptico al gusto de cada uno: a cualquier unión se le llama matrimonio, a cualquier manera de estar juntos se le llama familia e incluso se pueden hacer vidas en un laboratorio". Considerando todas estas realidades, destacó monseñor Paglia, emerge la "tarea urgente" de "devolver la dignidad cultural a la familia, situarla de nuevo en el centro del debate social, proponerla como centro de atención de la vida política y de la economía, también en la vida de las comunidades cristianas".