"Es hora de que los padres y las madres regresen de su exilio - porque se han auto exiliado de la educación de sus hijos- y re-asuman plenamente su papel educativo". Lo dijo el Papa Francisco ayer por la mañana, durante la audiencia de los miércoles en la Plaza de San Pedro, continuando con la serie de catequesis sobre la familia. Dicha catequesis tomó su punto de partida en la epístola de San Pablo, en ella el apóstol invita a los hijos a obedecer en todo a sus padres y a los padres a no exasperar a sus hijos.
Si, en una familia, los padres dicen: "subimos sobre esa escalera y los toman de la mano y paso a paso les ayudan a subir, las cosas irán bien. Pero si les dice: “Ve allá” - “Pero no puedo” – “Ve”, esto se llama exasperar a los hijos, pedir a los hijos las cosas que no son capaces de hacer. Por esto, la relación entre los padres y los hijos debe ser de una sabiduría, de un equilibrio, muy grande". El Papa también habló de las dificultades de los matrimonios separados, instándolos a "¡nunca, nunca, nunca usar al hijo como rehén! Se han separado por tantas dificultades y motivos, la vida les ha dado esta prueba, pero que los hijos no sean quienes carguen el peso de esta separación, que no sean usados como rehenes contra el otro cónyuge, que crezcan escuchando que la mamá habla bien del papá, aunque no están juntos, y que el papá hable bien de la mamá. Para los padres separados esto es muy importante y muy difícil, pero pueden hacerlo".
Sobre la cuestión de "cómo educar", el Papa Francisco dijo que "intelectuales ‘críticos’ de todo tipo han callado a los padres en mil modos, para defender las jóvenes generaciones de daños – varios o presuntos – de la educación familiar". Además, señaló, “se han multiplicado los llamados ‘expertos’, que han ocupado el papel de los padres también en los aspectos más íntimos de la educación". "La familia ha sido acusada, entre otros, de autoritarismo, de favoritismo, de conformismo, de represión afectiva que genera conflictos. De hecho, se ha abierto una grieta entre la familia y la sociedad, entre la familia y la escuela, el pacto educativo hoy se ha roto, y así la alianza educativa de la sociedad con la familia ha entrado en crisis porque se ha minado la confianza recíproca". Sin embargo, concluyó, "si la educación familiar reencuentra el orgullo de su protagonismo, muchas cosas mejorarán, para los padres inciertos y para los hijos decepcionados".