El Presidente emérito del Consejo Pontificio para la Familia, después de la reciente publicación de su texto por Ares, "Crisis del matrimonio y Eucaristía", retoma el tema, centrándose en un punto de importancia decisiva: la contradicción objetiva entre la segunda unión después del fracaso del matrimonio y la misión de la Iglesia como sacramento universal de salvación.
"Es precisamente la segunda unión, escribe el Cardenal Antonelli, la que niega totalmente el don irrevocable de Dios y la que contradice por completo la indisolubilidad del matrimonio". Y la Iglesia, si concediese la comunión eucarística a los divorciados vueltos a casar sin exigir la conversión, reconocería la legitimidad de la segunda unión y negaría en su práctica pastoral la indisolubilidad del matrimonio. Siendo la comunión eucarística un acto eclesial público, a diferencia de la comunión espiritual que es un acto interior e individual, "la Iglesia añadiría un contra testimonio más al contra testimonio de aquel que convive con una persona que no es su cónyuge".