"Tenemos que fortalecer a las familias, construir comunidades formadas por familias cristianas que se ayuden en los problemas de la vida cotidiana, que puedan también rezar juntos, ahondar juntos la fe y ayudarse mutuamente, incluso en los momentos de crisis de la pareja y de la familia, que son justamente los momentos que fortifican la solidaridad entre las generaciones". Estas son palabras pronunciadas por el cardenal Peter Erdő, presidente del CCEE, durante el encuentro con las familias de Nazaret, el 12 de septiembre.
"La historia de la familia de Nazaret - continuó - nos enseña la verdad más profunda del hombre. [...] Jesús nació, en condiciones de pobreza, en Belén. Aceptó ser perseguido y tener que huir a Egipto para volver más tarde con su familia a Nazaret. Él renunció a la riqueza, aceptó ser hijo de un pueblo oprimido en el gran Imperio Romano. Pero no renunció a la familia. Quiso crecer en una familia y en una atmosfera de trabajo, de amor, de oración. Precisamente en su infancia es donde vemos lo que es importante para el ser humano". El cardenal, que se encuentra en Tierra Santa, junto con los obispos del Consejo de las Conferencias Episcopales para la Asamblea plenaria, que terminará el miércoles, 16 de septiembre, hizo hincapié en que la familia es la "escuela de la comprensión, del compartir, del amor respetuoso, del mutuo servicio, de la amabilidad, de la sensibilidad y de la generosidad. Hoy en día la familia sigue siendo indispensable, necesaria. Afín de prepararnos para el próximo Sínodo de los Obispos, hemos escuchado testimonios provenientes de todo el mundo. Una de las tendencias más características de hoy en día es el individualismo. Pero el ser humano ha sido hecho para vivir en comunidad. Es por esta razón que la familia es imagen de la Santísima Trinidad. No hemos sido creados para el aislamiento y la soledad, sino que hemos recibido la vocación de amar a Dios y al prójimo".