"Los padres sinodales, y todos aquellos cuya misión es acompañar a las familias deberían hacer en primer lugar un examen de conciencia, preguntándose: "”Qué hemos hecho con este don de Dios? ”Con la extraordinaria riqueza de la experiencia dada por Dios a su Iglesia?". Estas son las palabras de Monseñor Jean Laffitte, secretario del Pontificio Consejo para la Familia, interpelando directamente a los pastores acerca del uso que se ha hecho en las últimas décadas de las enseñanzas magisteriales sobre el matrimonio y la familia, desde la Gaudium et Spes hasta la última catequesis del Papa Francisco.
Los comentarios del Secretario, recogidos en una entrevista con el sitio web Rossoporpora, abordan algunos de los principales temas afrontados en el Sínodo (la Eucaristía para los divorciados vueltos a casar, las uniones homosexuales, las convivencias, la pastoral familiar), alentando a sus miembros a mantener fija la mirada en la Doctrina, evitando revoluciones, como por ejemplo la de admitir a la comunión a los divorciados vueltos a casar: "Concederles esa posibilidad sería una verdadera revolución, que ya ha sido experimentada por algunas denominaciones protestantes con las conocidas consecuencias como la disminución de fieles, rasgaduras internas que llevan a la separación dentro de la misma confesión ... Hoy en día se subestima la ayuda de la gracia divina en este mundo. En las discusiones pastorales parece prevalecer la idea de que la abstinencia de las relaciones sexuales en los divorciados vueltos a casar, sea una exigencia desproporcionada, que va mucho más allá de la capacidad humana. Quien está de acuerdo con esta idea considera a los divorciados vueltos a casar como fieles cristianos de serie B”.