"El respeto por la integridad del ser humano y la protección de la salud desde la concepción hasta la muerte natural, teniendo en cuenta a la persona en su singularidad, siempre como un fin y nunca sólo como un medio" es un principio ético "fundamental por cuanto concierne a las aplicaciones biotecnológicas en el campo médico, que nunca pueden ser utilizadas de una manera que menoscabe la dignidad humana, ni tampoco obedecer únicamente a fines industriales y comerciales". Fueron palabras del Papa Francisco el 28 de enero dirigiéndose al Comité Nacional de Bioética recibido en la Sala del Consistorio.
"Todos conocen la sensibilidad de la Iglesia en las cuestiones éticas -continuó el Papa - pero tal vez no sea igualmente claro para todos que la Iglesia no reclama ningún espacio privilegiado en este campo; al contrario se siente satisfecha cuando la conciencia cívica, en varios niveles, puede reflexionar, discernir y operar sobre la base de la racionalidad libre y abierta y de los valores fundamentales de la persona y de la sociedad. Efectivamente esta madurez cívica responsable es una señal de que la siembra del Evangelio - esa sí, revelada y confiada a la Iglesia - ha dado sus frutos, logrando promover la búsqueda de lo verdadero, de lo bueno y de lo hermoso en las complejas cuestiones humanas y éticas". Para el Papa Francisco, "sustancialmente se trata de servir a la persona, a todas las personas, a todos los hombres y las mujeres, con especial atención y cuidado a los más vulnerables y desfavorecidos, que difícilmente pueden hacer oír su voz, o a los que todavía no pueden, o a los que ya no pueden hacer que se escuche. En este terreno la comunidad eclesial y civil, se encuentran y están llamadas a cooperar, de acuerdo con sus distintas y respectivas competencias".
El Papa Francisco animó a que la Comisión continuara su trabajo en varios ámbitos: el análisis interdisciplinario de las causas de la degradación ambiental, el tema de la discapacidad y la marginación de los sujetos vulnerables. Subrayó que ha de tomarse en serio, "el reto de contrastar la cultura del descarte que tiene muchas expresiones, entre las cuales la de tratar a los embriones humanos como material de descarte, al igual que a los ancianos y a las personas que se acercan a la muerte''. Finalmente pidió "más y más esfuerzo hacia una confrontación internacional, en vista de una posible y deseable, aunque compleja, armonización de las normas y reglas de las actividades biológicas y médicas que reconozcan los valores y los derechos fundamentales".