"Hoy en día vemos, y vivimos por distintos frentes, cómo la familia está siendo debilitada, cómo está siendo cuestionada. Cómo se cree que es un modelo que ya pasó y que no tiene espacio en nuestras sociedades y que, bajo la pretensión de modernidad, propician cada vez más un modelo basado en el aislamiento". Es cierto, "vivir en familia no siempre es fácil, muchas veces es doloroso y fatigoso, pero creo que se puede aplicar a la familia lo que más de una vez he referido a la Iglesia: prefiero una familia herida, que intenta todos los días conjugar el amor, a una familia y sociedad enferma por el encierro o la comodidad del miedo a amar".
Estas son las palabras pronunciadas ayer por el Papa Francisco en el encuentro con las familias en Tuxtla Gutiérrez, en el estado de Chiapas, donde se reunieron 50 mil personas en un ambiente de fiesta. "Prefiero - prosiguió el Papa Francisco - una familia que una y otra vez intenta volver a empezar a una familia y sociedad narcisista y obsesionada por el lujo y el confort. Prefiero una familia con rostro cansado por la entrega a una familia con rostros maquillados, que no han sabido de ternura y compasión".
Hubo varios testimonios, entre ellos el de Humberto y Claudia Gómez, una pareja de divorciados vueltos a casar, que contaron su experiencia: Humberto era soltero y Claudia divorciada con tres hijos. Civilmente casados desde hace 16 años tuvieron un niño que ahora tiene 11 años y es monaguillo. Desde hace tres años forman parte de un grupo de divorciados vueltos a casar acompañados por la Iglesia. "Como divorciados vueltos a casar no podemos acceder a la Eucaristía - dijo Humberto, hablando también en nombre de su esposa, trabajadora social en una cárcel - pero la comunión la encontramos en los pobres, los enfermos, los abandonados. Tratamos de transmitir el amor de Dios que hemos recibido. Es maravilloso tener un matrimonio y una familia cuyo centro es Dios", concluyeron antes de ser abrazados calurosamente por el Papa.
Al término del evento el Papa Francisco pidió a los presentes que renovaran en su corazón, sus promesas matrimoniales; a los novios les dijo: "pidan la gracia de una familia fiel" y pidió a todos que no se olviden de San José, guardián fiel y silencioso de la familia.
