El número 3 de la Exhortación apostólica Amoris Laetitia dice que "en la Iglesia es necesaria una unidad de doctrina y de praxis, pero ello no impide que subsistan diferentes maneras de interpretar algunos aspectos de la doctrina o algunas consecuencias que se derivan de ella. [...] Además, en cada país o región se pueden buscar soluciones más inculturadas, atentas a las tradiciones y a los desafíos locales, porque «las culturas son muy diferentes entre sí y todo principio general [...] necesita ser inculturado si quiere ser observado y aplicado".
El diálogo entre los obispos de la Conferencia Episcopal de Nigeria y el Presidente del Consejo Pontificio Mons. Paglia se desarrolló en Abuja y tuvo como puntos centrales el sentido, las consecuencias y las responsabilidades que este punto de la Exhortación plantea a las iglesias locales.
Los obispos hicieron hincapié en algunos desafíos específicos para la familia africana así como en ciertas preocupaciones sobre la manera de encontrar la justa medida entre la unidad de la doctrina y de la praxis con los necesarios procesos de inculturación requeridos (más abajo encontrarán las entrevistas con el Presidente de la Conferencia Episcopal Mons. Kaigama y con Mons. Tamba Charles, Arzobispo de Free Town presente en el Encuentro de los obispos nigerianos).
En su discurso Mons. Paglia, en un primer paso, planteó varias preguntas y problemas a los obispos nigerianos:
"Tenéis ante vosotros una delicada tarea. El intelectual Albert TÉVOÉDJRÈ, de Benin escribe que "La familia tradicional africana posee un profundo sentido de la cultura de la vida, que es sagrada, porque cada vida es un don de Dios. Sin embargo "las realidades que amenazan a las familias de hoy en día en África son muy numerosas: la disipación de la moral, los ataques a la unicidad del matrimonio; el debilitamiento de los vínculos entre los miembros de la familia; la proliferación de las uniones de hecho, así como también, la miseria, el desempleo en aumento que no permite a los padres cumplir con sus responsabilidades de forma adecuada. ”Cuál sería el modo nigeriano, africano, de responder a estas cuestiones cruciales? ”Cómo traducir en las formas locales específicas necesarias por ejemplo el n. 42 de Africae Munus, dedicado precisamente a la familia? [...]
Permanece abierto el tema sobre el lugar que ocupa la mujer en la sociedad africana, así como la violencia y la opresión ejercida sobre ellas. Sin embargo, la cuestión tiene que ver con una visión clara del papel de los hombres en las tradiciones patriarcales. En términos pastorales hemos de preguntarnos: ”cómo ayudar nuestros hombres a ser buenos esposos, mejores padres? ”Cómo ayudar a que los hombres africanos asuman plenamente las responsabilidades derivadas del cuidado de los padres? [...]
”Cómo ayudar a los padres a encontrar un camino para la educación y maduración de sus hijos en un contexto de modernidad y globalización, donde los desafíos son tan diferentes y nuevos en comparación con el mundo cerrado de hace veinte años? [...]
La sociedad africana atraviesa un momento de profunda y rápida transformación. De ningún modo se trata de una sociedad bloqueada. Ciertamente, es inútil mirar con nostalgia hacia el pasado, -que algunos se empeñan en sostener que era mejor que el tiempo presente-, cuando los roles y responsabilidades eran tal vez más concretos y definidos, pero también más opresivos y vejatorios en su supuesta raíz tradicional. El hombre y la mujer africanos, como en todas partes del mundo, cambian. Y con ellos cambia la educación de los sentimientos, hay un nuevo equilibrio entre hombre y mujer, el individuo busca en la pareja algo que sin duda es nuevo y diferente de lo que una persona que vivía en el pueblo nigeriano buscaba y consideraba como único y esencial hace cuarenta años".