"La iglesia que nos acoge brilla por el oro que nos cuenta la maravillosa historia del amor de Dios por los hombres. Dentro de unos momentos albergará el mágico entrelazado de la música y de la palabra que nos revelará algo del gran misterio de la vida". Desde el altar del Santuario de San Juan Pablo II en Cracovia, el Presidente del Pontificio Consejo para la Familia monseñor Vincenzo Paglia introdujo con estas palabras, el pasado 27 de mayo, el concierto de Andrea Bocelli, nueva etapa del proyecto "El gran misterio. El Evangelio de la familia escuela de humanidad para nuestros tiempos". Acompañado por la orquesta sinfónica nacional checa dirigida por el maestro Marcello Rota y por las notas de la jovencísima violinista húngara Anastasiya Petryshak, el tenor interpretó un repertorio acompañado de imágenes que fue como un viaje a través de referencias a la dimensión humana y religiosa del amor, en un itinerario lleno de alegría y agradecimiento: el Aleluya de Handel, el Himno del Jubileo de Lécot, el Stabat Mater de Rossini, el Ave María de Schubert y el Va Pensiero de Verdi.
"La belleza del arte y de la música - continuó Mons. Paglia – nos ofrece esta noche un camino privilegiado para redescubrir la Amoris Laetitia, la alegría del amor, lo que une a un hombre y a una mujer, a los padres y a los hijos, a los jóvenes y a los ancianos, y también a las naciones del mundo, por las que rezamos, para que aprendan cada día a construir la familia de los pueblos". Por este motivo, subrayó, "el amor quiere ser cantado, en sus historias, en sus matices, en el drama que genera y en la pasión que lo sostiene". En el Santuario construido en honor al Papa polaco, el presidente del Pontificio Consejo dirigió unas palabras a Wojtyla: "Querido Papa Juan Pablo, esta noche cantamos la belleza y la alegría del amor en esta nueva iglesia dedicada a ti. Tú has querido ser recordado como ‘el Papa de la Familia', tú has sido el primero que ha intuido el carácter decisivo del tema familiar para este mundo occidental enfermo de soledad y de auto referencialidad".
Monseñor Paglia confió especialmente los jóvenes a la intercesión de San Juan Pablo II: "Para nosotros es muy importante su deseo de amar y de ser amados para siempre, y queremos que no prevalezca en ellos el miedo y la tentación de creer que el amor serio y alegre es realmente imposible. Me gusta pensar que durante los días de la próxima Jornada Mundial de la Juventud, que tendrá lugar justamente aquí, en Cracovia, dentro de unas cuantas semanas, los mirarás desde el cielo junto a Piergiorgio Frassati, un joven que no tuvo miedo de la alegría del amor y que tú , llamándolo en repetidas ocasiones el hombre de las ocho bienaventuranzas y declarándolo oficialmente Beato, lo has mostrado a todos como un modelo a seguir. Es bueno saber que el paraíso está habitado por jóvenes (en espíritu y en edad) con un gran corazón".
"Hoy se nos presenta - concluyó Mons. Paglia dando las gracias al maestro Bocelli y al cardenal de Cracovia, el arzobispo, Stanislaw Dziwisz - una oportunidad para apreciar todas las armonías del amor, ya que éste nos hará sentir la fuerza de la alegría que sostiene los destinos del universo y que en los acontecimientos de cada familia se revela, preciosa y frágil, pequeña pero no por ello deja de invocar continuamente lo eterno”.