"Si amamos a Dios tenemos que enseñar el amor y la misericordia hacia los demás. Esto es fundamental para los cristianos y espero que esta sea la herencia que os quede de mí. Con estas palabras, monseñor Kevin Farrell, se despidió de la diócesis de la que ha sido Obispo hasta ahora, Dallas, antes de viajar a Roma y asumir su nueva responsabilidad como prefecto en el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida.
"En mi vida he estado en muchos lugares que no puedo recordar. Pero este es uno de esos lugares a los que será difícil decir adiós”, dijo en una conferencia de prensa antes de celebrar la Misa, que contó con una multitudinaria participación, en la catedral de Nuestra Señora de Guadalupe.