Con estas palabras el Papa se dirige a los nuevos cardenales creados en el consistorio del pasado 19 de noviembre. Entre ellos, el prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, el cardenal Kevin Farrell, que el 1 de septiembre 2016 asumió su cargo al frente del nuevo organismo de la Curia romana.
“Nuestra meta y deseo es buscar en la llanura de la vida, junto al Pueblo de Dios, transformarnos en personas capaces de perdón y reconciliación”, continuó el Santo Padre. Y es con este mismo espíritu que el nuevo cardenal se ha puesto al servicio del Pueblo de Dios: un descenso a la vasta llanura de la vida concreta de los fieles, hombres y mujeres, familias, jóvenes y ancianos, para sembrar el Evangelio de la alegría y de la misericordia . “Amen, hagan el bien, bendigan y rueguen” son los cuatro imperativos que el Santo Padre confía a los nuevos cardenales, para evocar la actitud con la que trabajar en favor de este Pueblo.
Han sido unos días muy intensos, los del nuevo cardenal, coincidiendo con el final del Jubileo extraordinario de la misericordia y la celebración eucarística con el Santo Padre para el cierre de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro. Familiares y amigos de Irlanda y Estados Unidos acudieron a Roma para estar cerca del nuevo cardenal. También el personal del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida ha querido expresar al Prefecto su alegría y felicitaciones por este nuevo acto de aprecio por parte del Santo Padre.