Una espléndida fiesta celebrada en el espacio abierto de una nobilísima ciu­dad con la viva participación de una multitud numerosa. En el proscenio está puesta en tres lados la gran mesa del banquete, con los esposos a la izquierda, Jesucristo y María en el centro. Delante, en primer plano se distin­guen el grupo de los músicos, el maestro de mesa que observa el vino nuevo, el siervo que trasvasa el agua transformada en vino. En los lados más exter­nos dos escaleras marmóreas llevan al espacio superior balaustrado, poblado de observadores curiosos al igual que las logias más altas sobre las clásicas arquitecturas. La luz diurna proveniente de la derecha enciende el candor de las nubes, de las columnas y de los edificios, hace brillar los preciosos e inten­sos colores de los vestidos. El lenguaje pictórico es una fiesta para los ojos; el tema es una fiesta de la familia y de la sociedad en presencia del Señor.