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Nicaragua: Promover la familia   versione testuale
La preocupación de los obispos en un mensaje dedicado a la familia



 La creciente secularización que se extiende en la sociedad, la influencia negativa de la globalización sobre la familia como lugar de diálogo y de solidaridad intergeneracional y como institución social y religiosa, las grandes dificultades económicas que golpean a muchos núcleos familiares, la plaga de la violencia en el hogar que tiene con frecuencia como víctima a la mujer, la amenaza a la libertad de conciencia de los jóvenes, el riesgo que implica la llamada “ideología de género”: son las principales cuestiones que preocupan a los obispos de Nicaragua, expresadas hace unos días en un largo mensaje dedicado a la familia. Concentrándose sobre la realidad de su país, la Conferencia episcopal –incluso subrayando que la estructura familiar tradicional sigue siendo la base, con su papel y sus valores, de la sociedad-, mira con preocupación a las cada vez más insistentes propuestas relativas a “un falso concepto de matrimonio y de familia, contrario a la ley natural, a la razón, a la ética y a la moral cristiana”.
 
Desafortunadamente, “la educación recibida por los jóvenes no ayuda a darse cuenta de esas influencias negativas y, muchas veces, los padres se sienten incapaces y desorientados con respecto a la educación de sus hijos en lo que se refiere a una experiencia adecuada de la sexualidad y a una correcta comprensión del matrimonio y de la familia a la luz de la fe”. Una de las grandes amenazas procede de la llamada “ideología de género”, según la cual cada uno puede elegir la propia orientación sexual sin tener en cuenta las diferencias ligadas a la naturaleza humana. Esto “ha provocado graves y confusas tergiversaciones terminológicas sobre el matrimonio, el sexo y la familia; se ha promovido como éticamente aceptable la homosexualidad y se intenta, con gran daño para la convivencia social, introducir leyes que lesionan gravemente la dignidad del matrimonio, el respeto del derecho a la vida desde el primer instante de la concepción y la identidad de la familia”. Paralelamente, muchos padres y educadores están preocupados al constatar que en algunos centros educativos, medios de comunicación y redes sociales “se intenta atraer a los jóvenes, con bebidas alcohólicas y diversiones, para adoctrinarles y dirigirles hacia una determinada ideología política. De este modo se viola uno de los más sagrados derechos humanos, el de la libertad de conciencia”. Esta manipulación de los muchachos y jóvenes constituye “un verdadero problema y escándalo social”.
El Episcopado se refiere también a la crisis económica, ampliada “por la cada vez más alarmante diferencia entre ricos y pobres y por la dramática falta de trabajo vivida por gran parte de nuestra población”. Muchas familias intentan salir de este estado de cosas a través de la emigración de uno de los cónyuges, exponiéndose con frecuencia a situaciones difíciles y peligrosas y, en el peor de los casos, poniendo en riesgo la unidad familiar y la estabilidad afectiva de los hijos. Pero, se añade, amenazan también la familia otros peligros, internos y externos: la violencia doméstica y el narcotráfico, convertido en algunos casos en “un modo de supervivencia familiar”; el alcoholismo, fenómeno extendido que provoca violencia intrafamiliar, graves traumas a los hijos, llegando hasta la desunión de la familia misma. Y también, la trata de personas y el aumento de la prostitución entre los adolescentes y jóvenes, en el ámbito del llamado “turismo sexual”, representan “un hecho reprobable y un verdadero pecado social”. Los obispos critican además a los medios de comunicación, que “han invadido todos los espacios, introduciéndose hasta la intimidad de la casa”, con un efecto que no siempre es positivo., sobre todo cuando “se transmiten antivalores como la violencia y la infidelidad matrimonial”. Los obispos concluyen exhortando a que las familias sean auténticas “iglesias domésticas”, en las cuales “se acoja y se defienda, se eduque y promueva la vida”, y auténticos centros de misión que difundan en la sociedad la verdad de la fe y la alegría de creer. “De L’Osservatore Romano, 9.1.2013).
 
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