La verdadera omnipotencia está en tener compasión. Dios la tiene para todos: así demuestra su amor y su paternidad hacia el hombre. Durante la audiencia general, Benedicto XVI ha comparado a Dios Padre con el hombre-padre, el cual con frecuencia ejercita este papel en el contexto de familias destruidas y preocupaciones muy fuertes, que “pueden impedir una serena y constructiva relación entre padre e hijos”.