El nuevo libro de Benedicto XVI “La infancia de Jesús”, que ha firmado con su nombre propio, lleva a la humanidad a un nuevo nivel de valoración de la misión de la Sagrada Familia de Nazaret en el mundo.
La comparación que hace entre las narraciones de Mateo y Lucas, en los Evangelios sinópticos, de la infancia de Jesús ilumina mi mente con respecto al camino que los miembros de mi familia y yo mismo, en realidad todos los miembros de mi familia, debemos emprender para llevar a cabo nuestro viaje hacia Dios. Él me presenta, y lo mismo a todos los cristianos y a los no cristianos, con un clarísimo lenguaje, el modo en que Jesús, María y José vivían en el mundo, contribuyendo a que todos comprendan que la esencia de la vida es la de discernir el mensaje de Dios y dar los pasos concretos, del modo más rápido posible, para llevar a cabo la “misión” que Dios mismo ha confiado a cada uno.
El libro subraya que el mensaje de Dios puede ser recibido directamente de Él a través de signos y prodigios, como Jesús recibió su mensaje en forma de una paloma que descendió y se posó sobre su hombro y de una voz (de origen) invisible con la cual Dios, ante la maravilla de todos, le anunciaba a Juan el Bautista y al mundo que Cristo ea su Hijo predilecto al que todos debían escuchar.
'Y qué decir de la aparición del Ángel Gabriel a María con un mensaje de Dios, según el cual ella daría a luz, por obra del Espíritu Santo, un hijo cuyo nombre debía ser “Jesús”? Esto me dice claramente que Dios puede enviar a cualquier ángel, o a cualquier otro, para transmitirnos su mensaje. Como el sueño de José, que indica también que los seres humanos pueden recibir el mensaje de Dios a través del sueño.
Lo importante de todo esto es cómo discernir rápidamente el mensaje de Dios e ir adelante en la colaboración con Él para llevar a cabo la misión para la cual Él nos ha creado a cada uno. Por eso, el libro me recuerda la necesidad de darme prisa en desear hacer la voluntad de Dios en todo lo que hago. (Me recuerda como) esto debe ser una condición básica en mis proyectos, y en las consiguientes acciones, sabiendo bien que, al desarrollar mi misión aquí en la tierra, debo asumir la virtud de la humildad, la sencillez, la bediencia, el abandono, la paciencia, el amor “agápico” (espiritual), la oración, la acción de gracias, la libertad, el autocontrol, la disponibilidad para trabajar duro, la constancia en la oración y todo lo demás de lo cual han dado ejemplo Jesús, María y José. Este mensaje me ha llegado como un regalo de Navidad mientras leía en este periodo.
El Santo Padre me indica en este libro, claramente, que, cuando peco, me exilio de la presencia de Dios y también que tengo el deber de usar la libertad que Dios me ha dado libremente para reconciliarme con Él sin dudarlo; una vez hecho esto, me volveré a encontrar con el cálido abrazo del Padre celeste, del cual experimentaré la paz que este mundo no puede dar, la verdadera libertad que Él da libremente a aquellos que regresan a Él y la seguridad de la vida que Él da a sus hijos, eliminando el miedo de su vida.
El libro me ha preparado también para usarlo como instumento espiritual para desarrollar mi fe en este Año de la Fe, así como para aportarme recursos materiales de los que puedo extraer nuevas fuerzas espirituales para proseguir el programa de la Sociedad de la Sagrada Familia, ahora detallado en este nuevo proyecto de evangelización. Esta es mi lectura delmensaje del Papa en su nuevo libro, que siento el deber de comunicar a todos.