En la Sala de Prensa de la Santa Sede, martes 16 de abril, se ha celebrado el encuentro con los periodistas para presentar la Fundación Vaticana "Centro Internacional Familia de Nazaret". Han intervenido: el Presidente del Pontificio Consejo para la Familia, mons. Vincenzo Paglia; el Vicario Patriarcal de Israel, mons. Giacinto Boulos Marcuzzo; el doctor Salvatore Martinez, Presidente nacional del movimiento Renovación en el Espíritu Santo.
Mons. Vincenzo Paglia ha recorrido la evolución en el corazón de los Papas, Juan Pablo II y Benedicto XVI, del proyecto del Centro, ideado y patrocinado por el Pontificio Consejo para la Familia, en el cual está inserta la Fundación Vaticana querida por Benedicto XVI, cuya realización ha sido confiada a la Renovación en el Espíritu Santo, para que nazca en Nazaret, porque − como dice el vídeo mostrado en el VII Encuentro Mundial de las Familias en Milán, en 2012 − «todo partió de Nazaret y de Nazaret parte de nuevo la familia». De Nazaret surge otra vez una nueva cultura y una nueva pastoral de la familia, sujeto de la nueva evangelización, «en un momento histórico en el que la familia está marginada y es objeto de ataques frontales sin precedentes», porque − como dijo Benedicto XVI durante el viaje a Tierra Santa, en 2009 − «tenemos necesidad de volver a Nazaret para contemplar siempre de nuevo el silencio y el amor de la Sagrada Familia, modelo de toda vida familiar cristiana». De hecho, afirmó mons. Paglia, «hay lugares dotados de extraordinaria fuerza evocadora y simbólica, Nazaret es uno de estos. Es el lugar donde Jesús creció, aquí estaba su casa, aquí ha vivido con José y María, su familia. Con ellos ha aprendido a leer la Escritura y a llamar a Dios 'Abba', Papá, como ha recordado recientemente el Papa Francisco». El Centro Internacional Familia de Nazaret será, pues, un lugar de formación a la vida parental y familiar, de pastoral de la familia y de la vida, de preparación a la nueva evangelización, también a través de un Observatorio permanente en colaboración con las Conferencias episcopales, las Universidades, las Instituciones de inspiración cristiana y las asociaciones laicales del mundo, para ser el referente mundial para «el papel cardinal de la institución familiar en la construcción de la sociedad humana, la fecundidad de la familia cristiana para la misión evangelizadora de la Iglesia, la atención a todos los miembros de la familia, la centralidad de la Palabra de Dios en el camino de cada creyente».
La Fundación Vaticana, ha explicado el doctor Salvatore Martínez, tiene la misión de «promover la formación espiritual y la evangelización de las familias, además de sostener la pastoral familiar en todo el mjndo y sobre todo en Tierra Santa, para la defensa y promoción de la institución familiar en su doble subjetividad, social y eclesial». Nazaret es un modelo para aplicar en el mundo. El Centro es la Casa de las familias en Tierra Santa, «morada espiritual especial para las familias del mundo, donde encontrar cercanía concreta y ayuda material», pero también «lugar privilegiado para la difusión del Evangelio de la Familia, vitrina de lo bello, de lo bueno, de los justo que la familia propone y testimonia en el mundo», porque «este mundo, aplastado por la crisis, invoca una humanidad más fraterna, más a medida de la familia, antes que de Estados y mercados». En Tierra Santa − ha dicho Martinez − «hay un ecumenismo de los pueblos. Aquí hacemos dialogar a las familias para hacer dialogar a las religiones». Por lo tanto, el Presidente de la Renovación en el Espíritu Santo ha presentado el proyecto del Portal de la Familia, «más familia», «el primer instrumento concreto para crear una red entre las familias del mundo, virtual y virtuosa, según un principio de subsidiareidad horizontal a la luz de la economía del don». Estará inicialmente en lengua italiana, con la perspectiva de aparecer en los otros idiomas de la familia humana, ante todo los más hablados: español, inglés, francés.
La intuición de una Casa de la Familia en Nazaret – ha recordado mons. Giacinto Boulos Marcuzzo – fue del Cardenal Alfonso López Trujillo, entonces Presidente del Pontificio Consejo para la Familia, durante un viaje a Caná, en 1994. «¡Qué hermoso sería tener un Centro para la familia, para la resurrección de la familia en Nazaret, el lugar de la familia por excelencia!», dijo el Cardenal entonces, contó mons. Marcuzzo, entonces Obispo de Nazaret. Juan Pablo II acogió inmediatamente la idea y la impulsó con entusiasmo, proponiéndola en Río de Janeiro, en el II Encuentro Mundial de las Familias, en 1997. Después, bajo la Presidencia del Cardenal Ennio Antonelli en nuestro Dicasterio, después de años de inactividad debido a la Intifada, el proyecto volvió a cobrar impulso, sobre todo en 2009, con el viaje a Tierra Santa de Benedicto XVI.Todo comenzó en Nazaret, es verdad•, declaró el Vicario Patriarcal. «Bíblica y teológicamente, aquí comienza la nueva alianza entre el hombre y Dios, todo recomienza desde esta fuente de la que se extrae el agua viva de la familia». El Cristianismo no es una filosofía, una doctrina o una ideología, sino «vida, con una historia y una geografía». La comunidad de los cristianos en Tierra Santa es minoritaria, representa el 2 por ciento de los creyentes, pero en Nazaret representa el 40 por 100, es una excepción. «Por lo tanto, los cristianos son custodios de nuestra historia, son los descendientes directos de la primera Iglesia de Jesús, de aquellos que han vivido con él y lo han escuchado directamente». El Evangelio -continúa mons. Marcuzzo- habla de Jesús, que con frecuencia regresaba a Nazaret. «También nosotros regresamos a Nazaret para extraer el agua viva de la Sagrada Familia". En Tierra Santa es tiempo de tregua, ahora, pero no es la paz. La paz parte del corazón de las personas y de las familias. La familia es la piedra más fuerte y más estable sobre la que construir la paz», ha concluido el Vicario Patriarcal. Así, «el Centro Internacional Familia de Nazaret tendrá una identidad cristiana, católica, pero será la casa de las familias del mundo, ecuménica e interreligiosa». En Tierra Santa, de hecho, los miembros de las distintas religiones no hacen nada de forma separada, sino que trabajan unidos por el bien de todos.